Si ustedes piensan que en este pequeño texto voy a defender lo indefendible…aciertan. La cosa en estos tiempos no va por ahí. Se trata de que todos pensemos igual, creamos en lo mismo. Ay de aquel que no está de acuerdo con el pensamiento dominante. En esas estamos.
Vamos entendiendo que en este momento no se permite tener una idea de mundo distinta a la de la autoridad, a riesgo de ser llamado chayotero, conservador, neoliberal, corrupto y otras lindezas. ¿A quién se le puede ocurrir salirse del molde? ¿No se darán cuenta esos insensatos disidentes que en este momento no se ve bien desmarcarse de lo que se “debe” de pensar?
En ocasiones pienso que soy por lo tanto un engendro del mal. Soy una de esas odiosas personas que piensa que cada uno de nosotros, como adultos responsables, tenemos todo el derecho de disponer de nuestros cuerpos para vivir y morir como nos dé la gana mientras no le hagamos daño a otros. No me gusta beber alcohol, nunca lo hago (aquí también soy un bicho raro), sé lo peligroso que es tomarlo en ciertas cantidades y circunstancias, pero daría mi vida porque no se prohibiera su venta o consumo. Y es que prohibir, lo ha probado la historia, no sirve para nada.
Comento esto ya que hace unos cuantos días la prohibición de producir, comerciar o consumir vapeadores se elevó a rango constitucional, ¡aunque usted no lo crea! Se aprobó con 110 votos a favor y 5 en contra en el Senado de la República. Mi asombro proviene fundamentalmente de cómo la mayoría de los legisladores de nuestro país fueron capaces de impulsar el nacimiento de otro mercado negro, uno más de los que ya existen aquí y ahora, para beneplácito del crimen organizado.
Hasta donde entiendo, la nicotina y el alcohol, sustancias nocivas para la salud, no están prohibidos (por ahora) en México ni en buena parte del mundo mundial. Tampoco se ha elevado a rango constitucional prohibir la ingesta de las gorditas de chicharrón prensado (muy colesterosas ellas) o el consumo de manteca de cerdo (tan peligroso él) por lo que no entiendo bien a bien por qué los vapeadores si deben ser prohibidos y en la Carta Magna.
Regular es una cosa, prohibir es otra: es favorecer un mercado ilegal que se surtirá de cigarros electrónicos de baja calidad, trucados, contrabandeados y más nocivos para la salud de los mexicanos, algo que tanto ha preocupado al oficialismo desde hace ya seis años.
Más que criminalizar a los que vapean, rogaría a los legisladores a los que tanto preocupa nuestra situación física y mental, que aprueben recursos para que no falten más medicamentos, que no se carezca de equipamiento básico en las clínicas que atienten derechohabientes, que tengamos vacunas adecuadas a las nuevas variantes de los virus y que los niños con cáncer no fallezcan por la falta de medicamentos oncológicos. Eso sí que lo subiría a rango constitucional.
Mientras acaba la pesadilla…vapeando espero.
POR TERE VALE
COLABORADORA
@TEREVALEMX
MAAZ