Canadienses y mexicanos tienen que avanzar hacia una posición que los lleve a negociar juntos con Estados Unidos. Eso sería lo lógico y probablemente su mejor opción ante el inminente gobierno de Donald Trump.
La noción es racional, práctica y ha sido útil los últimos 25 años. Pero está en lo posible que esta vez no llegue a concretarse. Por lo pronto, consideró hace poco Rafael Bernal en The Hill, un periódico político editado en Washington y orientado hacia el Congreso estadounidense, "tanto el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, como la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, están boxeando a la sombra, alejándose del conflicto directo entre las dos economías de 2 billones de dólares inextricablemente vinculadas a –y obligadas a negociar– con el gigante de 30 billones de dólares".
El punto es correcto. Sheinbaum y Trudeau parecen competir por separado por la atención de Trump, en lo que sería una muestra más del estilo negociador de "divide y vencerás" que emplea el presidente electo estadounidense, de cara a la próxima revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC).
No que necesite mucho. El opositor Partido Conservador canadiense literalmente se erizó cuando Trump equiparó a Canadá y México al anunciar su intención de imponerles tarifas de 25 por ciento a sus exportaciones a Estados Unidos, a menos que ambos redujeran la llegada de inmigrantes y drogas ilegales.
La tentación del "mi país primero" está presente en ambas naciones, aunque los sentimientos canadienses han sido más obvios, sobre todo, en las opiniones públicas de políticos conservadores que están a la espera del derrumbe del debilitado gobierno liberal de Trudeau.
Los conservadores culpan a Trudeau de "envenenar" las relaciones con el próximo gobierno de Trump y en ese marco afectar la "relación especial" entre Canadá y Estados Unidos. Pero tal relación especial forma parte del mito nacional canadiense, y parece mas presente de su lado que del estadounidense. Lo cierto es que Canadá y México, por separado, tienen una mejor capacidad de negociación frente a su poderoso vecino, y aunque juntos se verían también muy rebasados tendrían ciertamente más posibilidades de éxito que de uno en uno, y peor aún, en abierta competencia por demostrar que uno es más importante que el otro.
Las burlas de Trump al referirse a Trudeau como "gobernador" del "estado de Canadá" son parte de las tácticas de negociación del próximo mandatario estadounidense, como secuela además de su afirmación de que su país "subvenciona" a la nación norteña, han servido también a la retórica del partido Conservador, probable ganador de las próximas elecciones parlamentarias. Para complicar más las cosas, hay confusión en cuanto a lo que ocurrirá en 2026, cuando los tres países se embarquen en un proceso de revisión del T-MEC, que muchos ahora temen se torne en una renegociación de dos convenios bilaterales en un marco trilateral.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
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