Previo a efectuarse las elecciones presidenciales de Estados Unidos vale la pena echar un vistazo a las propuestas energéticas y ambientales de la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump.
Para ello, en primer lugar, debemos tener presente los vaivenes de Estados Unidos ante el calentamiento global; Trump, durante su administración abandonó el acuerdo climático de París, mientras que el presidente Biden nada más inició su mandato se reincorporó al acuerdo.
En materia de hidrocarburos, mientras que, en el gobierno de Trump, se puso en marcha el proceso de concesión de permisos de extracción de petróleo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico; en la administración de Biden, se cancelaron arrendamientos de petróleo y gas en el hábitat natural localizado en Alaska.
Bajo esta perspectiva, Harris, como vicepresidenta apoyó el regreso al Acuerdo de París, y de igual manera suscribió la legislación más importante del gobierno de Biden: la Ley de Reducción de la Inflación, que contempla amplios recursos para energías limpias y créditos fiscales para la adquisición de vehículos eléctricos.
Trump, en un segundo mandato, ha dicho que volvería a retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, incluso podría ser más radical al proponer abandonar la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, pero necesitaría el respaldo del Senado.
Sobre el crédito fiscal para vehículos eléctricos que amplió Biden a 7,500 dólares, Trump ha dicho que consideraría ponerle fin, no ha sido tajante, porque el republicano también apuesta a los autos eléctricos siempre y cuando se construyan en su país; de esta manera, ha expresado su intención de poner aranceles exorbitantes a las importaciones de vehículos producidos fuera de Estados Unidos.
Muy a su estilo, Trump ha expresado que como dictador: “Vamos a cerrar la frontera y vamos a perforar, perforar y perforar. Después de eso, no soy dictador.”, lo que deja entrever es que apoyará de manera inusitada la producción de petróleo y gas, dejando en un segundo plano a las renovables.
En contraposición, Harris propone convertir a su país en el líder global en la lucha contra el cambio climático y la transición a energía limpias invirtiendo 500 mil millones de dólares en infraestructura y tecnología sustentable.
Independientemente de quien resulte ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, México le tiene que apostar a su seguridad energética, reduciendo la dependencia del 80% del gas natural de Estados Unidos.
A pesar de que el gobierno de Biden ha puesto una pausa a los proyectos de Gas Natural Licuado, tarde o temprano Estados Unidos tendrá la infraestructura de licuefacción que le permita exportar a otras latitudes y encarecer los precios; acabándose para México la época de gas disponible y barato proveniente de la Cuenca Pérmica, la mayor reserva energética de nuestro vecino país del norte.
Lo anterior pondría en riesgo al sistema eléctrico de México cuya generación depende en un 59% del gas natural, una opción para ganar tiempo en la solución es la generación distribuida.
POR MANUEL RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
WWW.MANUELRODRIGUEZ.MX
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