Portazo

El amargo jarabe de arce

La razón, o la sinrazón, para ellos es muy sencilla: somos la mano del gato en los asentamientos industriales chinos en Norteamérica. En una típica respuesta mexicana ante los extranjeros, nuestros funcionarios le han restado importancia a todo esto

El amargo jarabe de arce
Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El arce (maple) es el árbol del Canadá. Su hoja está en su bandera y el jarabe de su savia está en todas las mesas. Endulza la vida de todos.  Es impensable vivir sin “miel de maple” (aunque sea jarabe de arce).

“Canadá y México son dos grandes países de América del Norte, separados únicamente por los Estados Unidos", le oí decir una tarde otoñal, en Ottawa, a Pierre Elliot Trudeau, padre de Justin, el actual primer ministro de Canadá.

Sin embargo, últimamente no todo entre ese país y este es tan meloso como el jarabe de arce. Hay un saborcito amargo no experimentado antes.

Dos ministros provinciales de Canadá, Doug Ford (Ontario), quien dice representar a sus colegas, y Danielle Smith (Alberta), han propuesto echar a México del tratado trilateral de comercio (Temec) vigente desde hace pocos años.

La razón, o la sinrazón, para ellos es muy sencilla: somos la mano del gato en los asentamientos industriales chinos en Norteamérica.

En una típica respuesta mexicana ante los extranjeros, nuestros funcionarios le han restado importancia a todo esto.

Para el verbo oficial, describir las intenciones de quien habla es igual a resolver las consecuencias de sus palabras. Además, los superamos en ciencia.

Marcelo Ebrard, secretario de Economía, ya les ha dicho: esto no les conviene a ustedes. Y más o menos por ese camino ha enderezado la señora Presidenta sus comentarios. Ella ha ido más lejos.

“Sí, el primer ministro —ha dicho— no está de acuerdo en sacar a México del Tratado, me lo comentó muy claramente, y acordamos seguir dialogando. Ellos tienen también sus propias elecciones pronto, entonces también usan estos temas como parte de una campaña electoral; pero el primer ministro no está de acuerdo”.

Sin embargo, tan cómoda circunstancia no se parece a las declaraciones de Trudeau mismo. Poco después de la superficial charla con CSP durante el G-20, monsieur Trudeau ha dicho:

“…Garantizaremos los empleos y el crecimiento de Canadá a largo plazo. Lo ideal sería que lo hagamos como un mercado norteamericano unido, pero, en espera de las decisiones y elecciones que México haya tomado, es posible que tengamos que considerar otras opciones”.

En esas condiciones, la política mexicana parece tener algunos agujeritos. No basta con decirles a los estadounidenses y a los canadienses cómo los beneficia el tratado (ignorantes ellos), sino resolver las inconformidades antes de poner en riesgo una herramienta cuya eficacia neoliberal salinista nos sacó del papel de comerciantes de petróleo crudo (cada día tenemos menos), y nos hizo exportadores de manufacturas.

Trudeau habla de “otras opciones”, y de Trump, ni se diga. Nosotros, al parecer, no tenemos otras opciones.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ

 

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