Apuntes de Guerra

En Ucrania, la guerra interminable

Ninguna de las dos partes parece capaz de imponerse a la otra, ni por la fuerza de las armas ni por el bloqueo de los puertos ni por las sanciones

En Ucrania, la guerra interminable
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Cuando hace un año y siete meses Rusia invadió a Ucrania, se pensó que esa sería una corta y sangrienta guerra que terminaría en uno de dos muy simples escenarios:  o la abrumadora superioridad numérica rusa se impondría o la heroica resistencia ucraniana, impulsada además por la ayuda económica y militar de Occidente y las sanciones impuestas a Rusia terminarían por derrotar (y posiblemente derrocar) a Vladimir Putin.

Ambas predicciones han caído como fichas de dominó, derrumbadas por la cruda realidad: ninguna de las dos partes parece capaz de imponerse a la otra, ni por la fuerza de las armas ni por el bloqueo de los puertos ni por las sanciones económicas ni por las condenas y exclusión de que han sido objeto lo mismo el gobierno invasor de Putin que deportistas, artistas e intelectuales rusos que ni vela en esta procesión tienen.

Las víctimas -muertos y heridos- se cuentan ya en los centenares de miles, hay millones de desplazados, familias rotas, comunidades y ciudades enteras destruidas. Si bien los mayores daños se han dado en territorio ucraniano, la estrategia reciente de atacar con drones objetivos dentro de Rusia ha llevado la guerra también al invasor.

El sufrimiento parece ser en vano: el frente de batalla casi no se mueve, ni siquiera con la largamente anunciada contraofensiva ucraniana, y todo apunta a que ambos países se preparan para una larga, larguísima y tal vez interminable guerra.

A Vladimir Putin eso no le viene mal: mantiene a su enemigo enfrascado en una guerra que no va a perder pero que tampoco puede ganar, y logra con eso su objetivo principal, evitar que Ucrania se integre a la OTAN, y de paso le genera costos económicos incalculables a sus rivales occidentales y se ríe de las sanciones selectivas al mismo tiempo que hace trabajo diplomático con China, América Latina y África.

Del lado de Ucrania, la vida sigue pese a todas las apariencias. El verano en Kiev, la capital, brindaba escenas peculiares para un país en guerra: centros nocturnos boyantes, fiestas callejeras, bodas. ¿Cómo así? Pues porque, aunque usted no lo crea, en Ucrania combaten principalmente los voluntarios, no hay reclutamiento generalizado de la población.

Y con la ayuda internacional, que se cuenta ya no en miles de millones sino en billones de dólares o euros, Ucrania sabe que puede resistir durante mucho tiempo más. No se agotarán sus tropas, tampoco perderá popularidad su presidente. Su mayor riesgo no es la derrota en el campo de batalla, sino que se acabe la voluntad política de sus aliados por apoyarle sin freno ni medida. Y eso todavía no sucederá, al menos no este año o el siguiente, más por consideraciones político-electorales en EEUU que por otra cosa.

Así, la guerra seguirá causando estragos a unos mientras los políticos, la industria armamentista y los especuladores se frotan las manos, en una película que ya vimos demasiadas veces

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

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