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El PRI matrioska

Tras de la derrota en su enorme bastión que significaba el Estado de México, el PRI está actualmente situado en la más pequeña del conjunto de matrioskas imaginadas por Meyer

El PRI matrioska
Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En 1929, a casi dos décadas de iniciado el movimiento revolucionario que derrocó a Porfirio Díaz, el presidente Plutarco Elías Calles fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR), con la intención de aglutinar en una sola formación política a los caudillos y grupos que, con razón o sin ella, pretendían ser los herederos de la Revolución.

El entonces PNR, abuelo del actual Partido Revolucionario Institucional (PRI), nació con el impulso del sagaz presidente posrevolucionario. Es decir, surgió del poder y para servir al poder. Su carácter no democrático lo ha acompañado desde siempre.

La historia del PRI está llena de claroscuros. Represión y corrupción cohabitaron con la creación de instituciones sólidas que han perdurado a través de los decenios. La sociedad pagó un alto precio -sangre incluida- por la relativa estabilidad de México, cuyo sistema político fue definido como “la dictadura perfecta” por Mario Vargas Llosa.

Lorenzo Meyer ha imaginado al sistema priista como un conjunto de matrioskas, las muñecas rusas que contienen otras más pequeñas en su interior, para sostener que el PRI parecía inmune al paso del tiempo, pero a partir de la pérdida -a manos del PAN- de la matrioska mayor, la Presidencia, las matrioskas priistas fueron cada vez más pequeñas, a pesar de que el partido recuperó en 2012 el Poder Ejecutivo. (Diario de Yucatán, 04/06/23).

En 2018, tras un sexenio de corrupción galopante, el PRI volvió a perder la Presidencia, pero ya no fue el PAN quien lo derrotó, sino Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, un fenómeno político-partidario sin precedentes en México, pues conquistó la cúpula del poder apenas cuatro años después de ser registrado como partido.

El gran adversario del PRI, su antagonista natural, fue durante décadas el PAN. Más aún, es bien sabido que el partido azul fue creado en 1939 como opción cristianoempresarial para combatir al PRI y disputarle el poder.

Por ello llama la atención que los antiguos adversarios (PRI-PAN) se hayan unido para hacerle frente al gobierno de AMLO y a Morena. Criticada incluso por militantes panistas y priistas, la alianza es muy explicable, de cara a la fuerza avasalladora de Morena.

Un reciente tuit de Claudio X. González (“Morena es la peor versión del PRI”) recibió réplica inmediata de connotados priistas y acreditó que la mezcla de agua y aceite -PAN y PRI-, es posible políticamente, pero posee fragilidades que se han manifestado en desprendimientos de ambos partidos.

En realidad, habida cuenta del nacionalismo que caracterizó al PRI de antaño, el otrora poderoso partido está ideológica y políticamente más cercano a Morena que al PAN. No es extraño por eso que en el gobierno actual muchos ex priistas desempeñen importantes funciones.

¿Estoy sugiriendo una ruptura del PRI con el PAN y la alianza PRI-Morena? No, tal cosa no se avizora en el futuro inmediato, pero lo cierto es que la alianza de priistas y morenistas ya se dio en el pasado reciente, en particular en el ámbito legislativo.

Plus Online: PRI, sin candidato propio

Tras de la derrota en su enorme bastión que significaba el Estado de México, el PRI está actualmente situado en la más pequeña del conjunto de matrioskas imaginadas por Meyer. Y en esa posición es casi seguro que, por primera vez en su historia, no tendrá un candidato presidencial propio y lo más probable es que apoyará a un panista, a menos que sus cartas fuertes, Beatriz Paredes o Enrique de la Madrid, den el campanazo y logren la candidatura del Frente.

A la política tlaxcalteca sólo le falta la Presidencia de la República para cerrar su círculo político, pues ha ocupado casi todos los puestos importantes de México: dirigente priista, diputada, senadora, gobernadora, embajadora, subsecretaria de Estado… Y Enrique de la Madrid, por su parte, es el único priista que ha hecho trabajo territorial desde tiempo atrás.

Sin embargo, lo más probable es que el candidato presidencial del Frente Amplio sea una(o) de dos panistas que puntean las preferencias: Xóchitl Gálvez o Santiago Creel.

Así las cosas, el destino del PRI es incierto y nada halagüeño. Si logra sobrevivir a la prueba de 2024, la duda estará en si en 2029 celebrará su centenario estando como tercera fuerza política o como partido marginal.

POR EDUARDO R. HUCHIM

OMNIACOLUMNA@GMAIL.COM

@EDUARDORHUCHIM

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