APUNTES DE GUERRA

Israel: el enemigo en casa

Netanyahu no ha cedido un milímetro, en parte porque el Primer Ministro carga con más de un expediente legal abierto en su contra

Israel: el enemigo en casa
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Desde su fundación, en mayo de 1948, Israel ha enfrentado a numerosos enemigos empeñados primero en evitar su establecimiento y después en tratar de lograr su destrucción. Sus vecinos árabes primero, organizaciones militantes palestinas después, el régimen iraní en algún momento, vaya, hasta un grupo terrorista japonés realizó alguna vez un ataque suicida en el aeropuerto de Tel Aviv. En 75 años, Israel no ha conocido la paz.

La historia es larga, compleja y no puede explicarse desde un solo lado o una sola perspectiva. El conflicto árabe-israelí primero y el palestino-israelí después, tienen connotaciones históricas, religiosas, políticas, étnicas y culturales que difícilmente pueden verse sin tomar en cuenta la narrativa del otro, de los otros, y tan injusto sería plantearlo todo como un acto de imposición o como una negativa a aceptar al nuevo Estado.

Los fundadores de Israel tenían una visión muy clara de lo que necesitaba el recién nacido para sobrevivir, y no escatimaron esfuerzos para darle todas las herramientas y recursos para su defensa y posterior expansión, pero con esa perspectiva coexistía también una cierta ilusión romántica de crear una isla de liberalismo democrático en el Medio Oriente.

No todo fue miel sobre hojuelas: las cicatrices todavía abiertas de las guerras del ’48, ’56, ’67, ’73, las invasiones a Líbano, las duras y sangrientas reacciones ante los levantamientos palestinos en los territorios ocupados y la no resolución de un asunto que parecía acordado y pactado y que se difuminó: la creación del Estado Palestino.

Hoy, Israel enfrenta a un enemigo tanto o más peligroso, con un potencial aún mayor de destrucción, al de sus enemigos externos. Me refiero, por supuesto, al proyecto de reforma judicial presentado por el gobierno de Benjamín Netanyahu, aprobado en su primera etapa por el parlamento, que asesta un golpe demoledor al Poder Judicial y al concepto de la división de poderes. Para muestra un botón: con la reforma aprobada, la Corte perdería la capacidad de invalidar actos del gobierno que considere ilegales.  

La ciudadanía se ha volcado a las calles en protesta. Reservistas de las Fuerzas Armadas advierten que se negaran a reportarse para servicio. La central obrera más grande amenaza con una huelga general y los centros comerciales del país cerraron sus puertas el día de la votación. Los principales aliados de Israel, incluidas organizaciones de la diáspora, ya manifestaron su indignación. Netanyahu no ha cedido un milímetro, en parte porque el Primer Ministro carga con más de un expediente legal abierto en su contra, en parte porque sus aliados ultrareligiosos son el principal sostén de su gobierno, y están decididos a implementar la agenda más antiliberal en la historia del país. Con tal de regresar al poder, Netanyahu se alió con fanáticos religiosos que están mucho más cerca del diablo que del Dios que dicen venerar. Son ellos, los radicales, los que hoy tienen en sus manos la daga que podría liquidar el sueño incumplido del Estado de Israel.

 

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC

LSN

 

Temas