La anunciada renuncia de Marcelo Ebrard a la Secretaría de Relaciones Exteriores presenta una oportunidad para analizar su papel al frente de esa institución y lo que sigue para México en el ámbito internacional.
Lo bueno y lo malo es que como todos los miembros del gabinete actual, Ebrard se desempeñó verdaderamente como secretario, como auxiliar del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Porque la realidad es que la política exterior se determinó en las conferencias "mañaneras" del mandatario, y al menos en apariencia, sin mucha influencia de la SRE de Ebrard y quien sabe hasta dónde del "gabinete de cocina".
Pero eso no quiere decir que Ebrard no se haya esforzado por mantener una línea de política exterior, aunque sus afanes hayan podido quedarse cortos y su reputación dentro de la propia secretaría en entredicho.
Pero al mismo tiempo, se le puede atribuir haber mantenido abiertas las vías de comunicación con varios países importantes para México.
En particular dedicó tiempo y esfuerzo a la relación con Estados Unidos, a pesar de problemas reales y los choques causados a veces por la retórica del presidente López Obrador.
Ebrard promovió en 2019 la revitalización de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que lanzada por el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en su primer gobierno, y apoyada por el entonces presidente mexicano Felipe Calderón, parecía aletargada.
Con activa participación de Maximiliano Reyes, su operador y subsecretario para América Latina, vinculado al Grupo de Puebla, ayudó a embarcar al país en una política regional que se inscribió en la "marea rosa". Pero el esfuerzo pareció a veces un intento de preparar el eventual retorno de Lula da Silva.
Uno de los puntos más importantes y criticados dentro y fuera de la cancillería es que Ebrard dedicó buena parte de su tiempo a promover sus aspiraciones presidenciales y la búsqueda de la nominación de Morena.
Las especulaciones giran ahora en términos de su sucesor.
El más mencionado es el actual Representante ante Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, que supuestamente tendría interés por la oportunidad de estar en México en parte para influir en la elección del nuevo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El ahora embajador en Washington, Esteban Moctezuma, es otro en la lista. Cumpliría un papel importante para tratar de mantener en calma las que se auguran como políticamente rocosas relaciones con Estados Unidos durante los próximos 15 meses, por las campañas electorales en ambos países.
Laura Carrillo, directora general de Amexcid, la agencia mexicana de cooperación internacional para el desarrollo, es señalada también, parte por su trabajo y parte por su cercanía con Beatriz Gutiérrez, la compañera del presidente López Obrador.
Pero nadie está seguro y el nombramiento puede recaer sobre alguien más. Lo cierto es que sus tiempos serán agitados.
PAL