COLUMNA INVITADA

La nueva era de Xi y Putin

En México no muchas personas prestaron atención, pero el 21 de marzo sucedió algo importante: el presidente de China, Xi Jinping, se reunió en Moscú con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en lo que podría ser un evento trascendental para la política, seguridad y economía globales

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En México no muchas personas prestaron atención, pero el 21 de marzo sucedió algo importante: el presidente de China, Xi Jinping, se reunió en Moscú con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en lo que podría ser un evento trascendental para la política, seguridad y economía globales. 

La guerra en Europa fue el telón de fondo de una cumbre que sirvió para estrechar una alianza que parece más cercana que nunca. El mandatario chino presentó un plan de paz para Ucrania: un documento de 12 puntos que aboga por desescalar el conflicto y un eventual cese al fuego. Putin respaldó la propuesta, no sin hipocresía: mientras continúa enviando tropas al frente de batalla, acusa a EE. UU. y Europa, así como a Kiev, de que no están preparados para el diálogo. 

El principal resultado de la cumbre fue la llamada “Declaración Conjunta sobre la Profundización de la Asociación Estratégica Integral de Coordinación para la Nueva Era”, en la que ambos países se comprometen a colaborar “sin límites” en diversas áreas, desde la economía hasta la seguridad. Al final del encuentro, Putin enunció una frase enigmática: “estamos presenciando cambios que no se habían visto en más de un siglo, y los estamos impulsando juntos”. 

Lo cierto es que la asociación entre ambos países va más allá de los discursos. China es el salvavidas de la economía rusa, maltrecha por las sanciones de la Unión Europea tras la invasión a Ucrania. Durante varios años, China ha superado a Europa y se ha mantenido como el principal socio comercial de Rusia: concentra casi 25% de sus importaciones y 15% de sus exportaciones. A la vez, ha desarrollado el gasoducto Fuerza de Siberia 2 para reemplazar al Nord Stream 2: que, hasta antes de la invasión, estaba destinado a ser la principal vía de abastecimiento de gas a Europa. 

Paradójicamente, las posiciones de los mandatarios no podrían ser más contrastantes. Mientras Putin enfrenta una orden de detención emitida por la Corte Penal Internacional de La Haya, Xi goza de la aclamación gracias a su exitosa mediación entre los rivales históricos: Irán y Arabia Saudita. 

Con este nuevo acuerdo, Xi y Putin anhelan sustituir el sistema internacional de la posguerra fría, condicionado por la hegemonía estadounidense, para ensayar un nuevo orden global multipolar. Si bien se trata de un proceso largo y complejo, es claro que nos encontramos ante un reposicionamiento geopolítico de gran escala, en el que los centros de poder se diversifican y la competencia entre potencias se agudiza en varios frentes: economía, tecnología y guerra.  

México debe evaluar cuidadosamente este momento geopolítico para decidir cuál será su lugar en el nuevo orden global. El criterio es claro: ser pragmáticos, sin renunciar a nuestros principios. El surgimiento de un mundo multipolar abre un abanico de posibilidades que debemos valorar. Eso no significa, por supuesto, sacrificar la conveniencia de nuestra pertenencia regional con Norteamérica, ni de nuestros valores compartidos con el bloque de las democracias globales. 

Con todo, el orden internacional del siglo XXI se definirá en gran medida en el Indo-Pacífico, la esfera de influencia de China. México tiene una posición privilegiada para acceder a esta región a través de sus costas. Nuestra política exterior debe leer los nuevos equilibrios globales a la luz de las oportunidades que nos ofrecen y crear las condiciones para que podamos aprovecharlas. 

 

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

SENADORA DE LA REPÚBLICA

@RUIZMASSIEU

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