Hace una semana las autoridades estadounidenses tomaron el control del Silicon Valley Bank y, un par de días después, también las del banco Signature. Indudablemente ya se siente una “gripe” en el sector financiero de Estados Unidos, lo que comienza a advertir cómo recorre un escalofrío de “contagio” para nuestro país. Imposible no recordar la crisis financiera de 2008, en la que si bien en aquel momento de la burbuja hipotecaria en el país vecino solo devino en un “catarrito”, según el otrora presidente Calderón, es incuestionable que las finanzas mexicanas también se vieron en el terremoto económico que ocasionó la ruptura de esa burbuja.
En la crisis económica de hace tres lustros, muchos de los mandatarios en decenas de países dijeron que “era un tema exclusivamente estadounidense y a nosotros no nos va a pasar”, acto seguido los mercados a nivel mundial se vieron gravemente afectados. Un par de años después se conoció a profundidad cómo se dio este break financiero gracias a las decenas de libros, series televisivas y filmes al respecto, donde todo este material coincide en que esa crisis era previsible e incluso prevenible y cómo el gobierno estadounidense realizó el rescate a los bancos y la gente fue quien pagó los platos rotos.
En este sentido, cuando se vieron las primeras imágenes del pánico que causó el anuncio de la crisis del Silicon Valley Bank y las filas interminables de los clientes para retirar sus ahorros nos recordó aquella locura en Wall Street. Sin embargo, varios expertos han manifestado que lo del 2008 no es exactamente igual que en esta ocasión.
Una de las diferencias es que el riesgo financiero del colapso de estos bancos es hacia el mercado y no en el crédito, como sucedió hace quince años, además de que se alude que el punto de quiebre para estos cierres es que “el gobierno ha sido el causante”, puesto que gracias a su estrategia para detener la inflación, la Reserva Federal ha incrementado las tasas de interés de manera constante durante el último año. Otra diferencia es que estos bancos son considerados medianos, regionales y focalizados en ofrecer sus servicios a las empresas tecnológicas llamadas start up, por lo que su afectación tiende a contenerse relativamente en control.
Sin embargo, una de las más grandes diferencias y la más esencial es la postura del presidente Biden, quien ha dejado claro que esta vez el rescate será para los clientes, no para los dueños de los bancos, dejándoles un fuerte mensaje a estos últimos: “Asumieron un riesgo y cuando el riesgo no rinde, los inversionistas pierden su dinero. Así funciona el capitalismo”.
Y al parecer el mensaje de Biden llegó fuerte y claro a sus destinatarios, pues el día de ayer se dio el rescate financiero a First Republic Bank, por parte de la iniciativa privada bancaria, encabezada por JP Morgan y otros diez bancos más, según un comunicado conjunto entre el Departamento del Tesoro, la Reserva Federal el fondo de garantía de depósitos (FDIC) y la intervención general (OCC).
Así, aunque parezca que esta nueva crisis económica está controlada -gracias a la postura gubernamental y a la “cooperación” de la banca-, no estaría de más que Banxico y la banca privada en nuestro país fueran tomando una dosis fuerte de vitaminas para evitar el catarro y los múltiples síntomas que puedan traer los vientos gélidos desde Silicon Valley. Más vale prevenir.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
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