El conflicto en Ucrania, que los rusos definen como "operación militar especial", pero es a todas luces una invasión, parece encaminarse a una larga y prolongada lucha en la que probablemente a final de cuentas sólo habrá perdedores.
Nadie quiere, ni puede, hacer predicciones sobre la duración ni el resultado de la guerra. La mayoría cree que a corto o largo plazo, Ucrania podría terminar por ser considerada como vencedora. Pero sea Rusia o Ucrania, el vencedor será protagonista de lo que los historiadores definen como "victoria pírrica", o sea un triunfo tan costoso que bien puede arruinarlo.
Sin embargo, ese no es problema para Vladimir Putin, el líder que salió de las filas del servicio secreto ruso, la KGB, que según su fama, se consideraba siempre en guerra, modulada sólo por la intensidad del momento.
Para un país que, como Rusia, soportó al menos 18 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial, a la que definen como Gran Guerra Patriótica, los cientos de miles de muertos en el choque con Ucrania pueden ser nimios si al final logran conjurar lo que su gobierno describe como presencia nazi y para muchos sólo es una jugada geopolítica.
Ciertamente, Ucrania puede ser un perdedor, aunque gane militarmente. Una cada vez más extendida impresión es que Moscú trata de arrasar Kiev, para que aún en caso de que venza quede tan arruinada que no sea atractiva como socio de la Unión Europea o de la Organización del Atlántico Norte (OTAN).
Pero Rusia puede pagar, a fin de cuentas, con sus status de potencia regional.
La tesis establece, además, que sería un error esperar una victoria completa para alguna de las partes. Moscú hizo un mal cálculo al creer que vencería fácilmente a una Ucrania que en aquel momento tenía un gobierno impopular. La invasión fue lo que hizo líder a Volodímir Zelenski.
Y fue esa invasión lo que hizo coalescer actitudes de alarma o animosidad en los países cercanos a Rusia, aquellos que de manera más o menos obligada fueron parte de ella o de su alianza. Pocos en Europa esperaban que un país europeo realizara una invasión por territorio en pleno siglo XXI.
En ese marco, no es accidente que las naciones que apoyan a Ucrania con mayor energía sean naciones como Rumanía, Polonia, Eslovaquia o Bulgaria, que antes fueron parte del cinturón de seguridad ruso, o que países previamente neutrales, como Finlandia y Suecia, busquen ahora el respaldo de la OTAN.
Para ellos, la pregunta es ¿quién sigue?
En conversaciones con diplomáticos europeos, la convicción más generalizada es que Ucrania sería sólo el primer paso en el intento de reconstituir lo que fue el imperio zarista, primero, y la Unión Soviética, después.
Y no son pocos quienes creen que a final de cuentas, los países que hoy apoyan a Ucrania acabarán por recomendarle que se resigne a la pérdida de algunos territorios, en especial la península de Crimea, que los rusos "liberaron" en 2014.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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