Israel es un país territorialmente pequeño, pero muy grande por su milenaria historia, por ser un referente global de innovación tecnológica y económica, así como por su influencia intelectual y política. Hoy, como otros países, enfrenta una batalla para preservar su democracia que manda una lección hasta México: la importancia de la ciudadanía organizada.
Desde hace 10 semanas, cientos de miles de ciudadanos israelíes han salido a las calles para defender su democracia y manifestarse contra las reformas al Poder Judicial, propuestas por el gobierno de Benjamín Netanyahu. El rechazo a la iniciativa ha crecido e incorporado cada vez más sectores: políticos, integrantes de las Fuerzas Armadas y ciudadanía de todos los espectros sociales.
Las reformas son similares a las que han sido aprobadas recientemente en Polonia y Hungría para limitar la autonomía del Poder Judicial… y son un eco para las pretensiones del Ejecutivo en México.
Entre otras cosas, se pretende otorgar al premier el control para designar ministros de la Corte Suprema; reducir su capacidad para revisar la legalidad de las normas mediante la llamada “cláusula de anulación”, que permitiría al Congreso (la Knesset) revertir sentencias judiciales, así como disminuir la autoridad de los consejeros jurídicos, quienes actualmente se eligen por concurso público y responden directamente a la Fiscalía General, con independencia de la mayoría en el Parlamento.
Como en México, en Israel los defensores del asalto a la Corte afirman que los cambios son necesarios para reducir la influencia de los magistrados, quienes supuestamente han rebasado sus facultades. También acusan a los jueces, con un lenguaje populista, de ser una élite tecnocrática. Detrás de eso se esconde una molestia porque los tribunales representan un contrapeso a los abusos del poder y hacen valer el Estado de derecho para una convivencia civilizada.
Juristas, líderes de opinión, políticos de distintos partidos y una amplia mayoría (68% de la ciudadanía rechaza la propuesta, de acuerdo con sondeos recientes) coinciden en que la aprobación de las reformas eliminaría la independencia del Poder Judicial y le otorgaría un poder sin precedentes al gobierno en turno. Lo que está en riesgo es la continuidad de la democracia liberal y el imperio de la ley. En palabras del ex fiscal general Avichai Mandelblit: Israel está “asistiendo a la revolución de un régimen, no a una reforma judicial”. ¿Suena familiar en México?
Lo que comenzó como manifestaciones aisladas se ha convertido en una movilización masiva en defensa del Estado democrático, sus principios e instituciones. Centenas de miles de personas han salido a la calle cada sábado, con el escudo de David como símbolo y la democracia como consigna. El frente es cada vez más amplio: gente que nunca había participado en una manifestación, igual que políticos y exfuncionarios de alto nivel, militares, estudiantes y familias marchan unidos en torno a una sola causa: la defensa de la democracia.
En México, nuestro sistema democrático está amenazado por un ataque desde el gobierno, avalado por la mayoría parlamentaria oficial. La independencia del Poder Judicial (ese que decidirá el futuro del INE, entre otras cosas) está en riesgo y sus integrantes se enfrentan diariamente a ataques y amenazas desde el gobierno.
La ciudadanía israelí nos está dando importantes lecciones de valentía y convicción democrática. Los derechos y la democracia no se piden: se conquistan. Y una vez ganados, se pierden si no se defienden. Así como defendemos al INE, es importante rechazar la injerencia indebida del poder en nuestro Poder Judicial. Si perdemos esta batalla, en unos años no habrá democracia que defender, ni democracia que nos cobije.
POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA
@RUIZMASSIEU
LSN