Acapulco ha sido parte de la vida de millones de mexicanas y mexicanos que hemos pasado ahí, durante varias generaciones, momentos significativos de nuestras vidas.
Para todos Acapulco ha significado algo trascendente. Sin embargo, hoy no podemos referirnos al puerto, municipios circunvecinos y al casi millón de personas que ahí viven como si vivieran en tiempo pasado. El presente y futuro de Acapulco - después de los embates del huracán Otis- deben ser considerados como una responsabilidad de todos los mexicanos misma que seguramente habremos de desarrollar con el proverbial sentimiento de altruismo que los mexicanos tenemos cuando nos ha embargado la tragedia.
Algunos observan el doble desastre de Acapulco, el natural y el provocado por la incapacidad del gobierno, como la ocasión de una segunda oportunidad para enmendar parte de la cauda de errores, corrupción y crímenes que provocaron durante décadas el declive del puerto. Como lo señaló hace unos días, Carlos Flores Rico, al referirse a la evolución del destino vacacional: Junto al Acapulco dorado se gestó un Acapulco amolado, que “abarataba la taquilla y profundizaba la división social y la vulnerabilidad ante huracanes y temblores.”
Si bien es cierto, los reflejos autoritarios y corrosivos de la personalidad del presidente mostrados en los días siguientes a la tragedia estuvieron dirigidos para desalentar la ayuda de la sociedad civil organizada, la sociedad civil ha demostrado su disposición para desobedecer la mezquina ordenanza presidencial y a poner algo más que nuestro granito de arena para la reconstrucción y reparación de la hogares, infraestructura, negocios y parajes naturales.
A diferencia de lo que hasta ahora ha realizado, este esfuerzo el gobierno debe actuar bajo uno de los principios rectores del humanismo político, tan ajeno y distante de la denominada 4T, que es la subsidiariedad, y que implica que la entidad mayor tome las responsabilidades que le correspondan.
En este caso, el aparato del gobierno federal debería significarse con mucho más que la insignificante cantidad líquida de 30 mil millones de pesos que la federación dice estar dispuesta a desembolsar y que a todas luces resultan evidentemente insuficientes. A ese monto no agregamos los otros 30 mil millones “anunciados” pero que no son líquidos sino “imaginarios” ya que derivan de esquemas de deducciones fiscales, que dependerán de ganancias inexistentes e inciertas.
Una oportunidad sería el Presupuesto de Egresos 2024 próximo a ser votado. Sin embargo, para el oficialismo fieles a la consigna del ejecutivo no se le ha movido ni una coma. La falta de apoyo para la reconstrucción y rehabilitación de las regiones afectadas es inaudita. Nuestros representantes panistas, como el diputado Héctor Saúl Téllez, expresaron su preocupación de manera enérgica, calificando este presupuesto como "autoritario y vengativo."
En contraste con lo anterior, la senadora Xóchitl Gálvez en voz de la bancada de la oposición, propone de manera clara y categórica un plan de acción realista para la población y regiones afectadas. Llamando a la unidad con una idea solidarista, otro principio del Humanismo Político, en él se convoca a la promulgación de una indispensable Ley de Emergencia y Reactivación Económica Frente a Eventos No Esperados.
Específicamente, para atender los efectos más urgentes de atención del huracán Otis, la senadora Xóchitl Gálvez propone:
- La aplicación efectiva, ESTE MISMO AÑO, de 50 mil millones de pesos
- Creación de un seguro de desempleo para que la población cuente con un ingreso ante estas emergencias, así como un plan efectivo de empleo temporal.
- Exceptuar a todas las concesiones de transporte federal hasta con 50% de IEPS a gasolinas, durante la etapa de recuperación.
- La prohibición de suspensión de servicio eléctrico por parte de CFE, así como pagos diferidos y subsidios.
- Acciones para amortiguar los impactos financieros de los créditos de vivienda de los trabajadores.
- Deducciones de hasta 100% sobre contribuciones derivadas de sueldos y salarios para micro, pequeñas y medianas empresas.
- Impulso de convenios de apoyo solidario para evitar el despido de la planta laboral.
A medida en que fluye la información, se hace evidente que la dimensión del impacto del meteoro es mucho más grande, profunda y extensa de lo que se dejó ver en las primeras horas siguientes. Por lo anterior es inverosímil que las autoridades del gobierno federal hubieran eliminado de la lista de municipios afectados en Guerrero a 45 poblaciones que fueron golpeadas por el Huracán Otis.
Para empezar, la pauta propuesta de manera responsable y las acciones desprovistas de protagonismo de Xóchitl Gálvez marcan un camino de posibilidades para enfrentar este reto, irrealizable de encarar sin un espíritu de unidad nacional.
POR JORGE ROMERO HERRERA
Coordinador del GPPAN y presidente de la Jucopo
@JorgeRoHe
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