Desde Afuera

Un capítulo más en la saga México-EU

La geografía y la geopolítica hacen a los dos países socios comerciales y económicos obligados. Su creciente interrelación social impone agenda

Un capítulo más en la saga México-EU
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Las relaciones entre Estados Unidos y México son normalmente complicadas y la visita del mandatario Joe Biden, sus tratos con el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el marco de la Décima Cumbre de Líderes de Norteamérica, puede dar fe de ello.

Se afirma que la visita fue positiva. Ambos gobiernos expusieron sus preocupaciones y obtuvieron algo para aliviarlas, tanto en lo bilateral como en lo tripartita. 

Pero como suele suceder, cada dos pasos adelante son acompañados por un paso atrás y otro de lado. Y más frecuentemente, el ruido ambiente oculta realidades en el terreno.

La realidad es que, también como habitualmente ocurre, cada Presidente abordó los problemas a resolver a partir de sus necesidades de política doméstica, o de ideas personales.

Pero como siempre, igualmente encuentran que la intermesticidad de sus dificultades impone la colaboración.

Biden hizo su primera visita presidencial a México con la urgente necesidad de obtener colaboración para sus problemas de migración y seguridad fronteriza, en especial de fentanilo, que además de su nivel de crisis son también emergencias político-electorales. 

La misión de Biden incluyó asegurar los vínculos económicos entre los dos países, que aunque muy lejos de estar en peligro parecen a veces cuestionados por la retórica o las propuestas de AMLO o sus seguidores.

El hecho es que aunque algunos en los dos países parecen convencidos de que López Obrador quisiera poner distancia política entre EU y México, o desearan que un muro fronterizo bastara para mantener alejados los problemas, la realidad geopolítica y económica dicta otras consideraciones.

En el tema migratorio, por ejemplo, México no tiene otra opción que ayudar a su vecino del norte a tratar de contener o disuadir el flujo de presuntos refugiados, en especial centro y sudamericanos, que atraviesan su territorio en cantidades cada vez mayores, y buscar el apoyo estadounidense para tratar de resolver los problemas de origen. 

El viejo problema del narcotráfico los obliga a cooperar entre sí. Producción, tráfico, consumo de drogas y las acciones de cárteles o distribuidores son partes integrales del problema: tratar de enfrentarlos sin el apoyo del otro es imposible.

La geografía y la geopolítica hacen a los dos países socios comerciales y económicos obligados. Su creciente interrelación social impone agenda. Una parte importante es la disputa legal y comercial a propósito de las medidas mexicanas sobre energía –y de paso, a las compras de maíz transgénico–, que involucra a fuertes intereses estadounidenses y canadienses.

Los temas de infraestructura, cadenas de suministro y nuevas energías forman parte del diálogo que en alguna medida busca salidas para dar la vuelta a los problemas más complicados. Y probablemente hayan encontrado en las posibilidades ofrecidas por energías renovables –solar, eólica, geotérmica, hidroeléctrica– una salida al diferendo energético.

La reunión de López Obrador-Biden fue un paso más en la compleja saga de la relación bilateral. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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