Queridos hijos míos.
Quiero decirles que en nuestro amado México
estamos viviendo momentos difíciles.
Libertad, seguridad, paz social, están en riesgo.
El país empobrece aceleradamente. Las calles son peligrosas e inseguras, no hay medicinas ni trabajo bien remunerado,
y los alimentos están más caros que nunca.
Hay demasiada tensión nerviosa entre la población, desconfianza generalizada, que debilita y paraliza.
No hay confianza en el presente, tampoco en el futuro.
La sociedad esta polarizada y la auto estima de las personas en términos generales esta eclipsada.
Tristemente el gobierno predica rencor y división.
Adoctrina a la población a modo de sus intereses,
pretende hacer de las nuevas generaciones, seres
conformistas y dependientes, sujetos alineados a su política y alienados a pensar igual a quien los dirige.
La sociedad en términos generales enfrenta severos dilemas morales, es decir, conflictos de valores entre el deber ser y el hacer. Tristemente la población sufre de escasez de recursos culturales, devaluación de ideas, y por sí fuera poco, la presencia de nuevos pecados sociales limitantes, tales como «emprender, aspirar, opinar distinto, ser oposición, hacer fuera del rebaño.
Queridos hijos míos.
Quiero pedirles que piensen, confíen en su intuición, ejerzan plenamente sus libertades, vibren confianza plena en ustedes mismos, en sus habilidades y talentos.
Tengan fe en la vida y sobre todo, en ustedes mismos.
Ante los desafíos y peligros propios de la vida, no se acobarden, no se humillen, no se dejen manipular, no se rindan.
Frente a los peligros propios de nuestra inhumanidad, no guarden silencio cómplice, no se escondan en la indiferencia social, no se resignen a vivir de cualquier modo, y recuerden que, la actitud positiva ante personas y circunstancias, siempre les abrirán las puertas, hasta del cielo.
Tengan presente siempre lo que les he repetido toda la vida. Firmes y dignos en cualquier circunstancia y con la mirada puesta siempre en el porvenir.
En cualquier terreno, protejan su dignidad.
Resuelvan con honestidad, generosidad y solidaridad humana y social.
Protejan y amen a sus familias, a sus amigos, a sus comunidades, a nuestro Mexico lindo y querido.
Y por favor, los prevengo, que no los atrape ningún vicio, mucho menos, el de la mediocridad.
Les pido queridas hijas, hijos, nietos, así como a toda mi familia ampliada, que den la espalda a la indiferencia, que miren hacia las montañas más altas, sean fuertes, protejan sus libertades para pensar, decir, decidir y hacer.
Háganlo siempre con respeto, dignidad y valor para ustedes y las demás personas, con respeto recíproco todo el tiempo.
Es de gran responsabilidad ejercer tu libertad, no es cualquier cosa. La pueden ejercer o bien para decidir ser esclavos, o razonablemente para vivir con libertad y dignidad.
Hacerlo así, siempre será gratificante y liberador.
Den rienda suelta a su capacidad para soñar, innovar, emprender, compartir, crear. Conozcan muchos lugares en el mundo, lean muchos libros y aprendan todo lo que les sea posible.
Tengan absoluta confianza en ustedes mismos, en sus habilidades y talentos, confíen en su intuición, y sobre todo,
atrévanse a realizar sus sueños.
Disfruten sus vidas con quien compartan valores y convicciones, y recuerden ,que se necesita creer para crear.
Conserven siempre una razón y un motivo, que los entusiasme e impulse, hasta conseguir sus metas y objetivos.
Identifiquen una causa superior a ustedes mismos, que los aliente, que le dé sentido a sus vidas, que sea motivo para entregar hasta el último aliento, para conseguir el propósito anhelado.
Practiquen la compasión, alejen la crueldad y la indiferencia de sus vidas, sean perseverantes hasta el cansancio, no se rindan, no se intimiden, vivan siempre intensamente, con amor, gratitud y bienestar.
Hijos míos, como códigos de conducta para ustedes y sus familias, tengan presente siempre, valores como honestidad, lealtad, generosidad, compasión, valor, solidaridad, perseverancia, fe y la certeza, de que en los momentos más difíciles, es decir, cuando azotan remolinos y tormentas, podrán recurrir siempre a su fortaleza espiritual, y a voluntad de acero, para convertir las crisis en las mejores oportunidades.
De esta manera, lejos de ser presas, triunfarán por su entereza. Sean felices, vivan con plenitud, con amor, con vocación de servicio, y una inmensa gratitud a la vida por siempre.
Hijos míos, han sido ustedes, el regalo más grande que la vida me ha otorgado. Los amare por siempre, como amo a los árboles, los ríos y las montañas, los amo, como a la vida misma aquí en la Tierra fértil de mi vida, y los seguiré amando desde la eternidad de la memoria.
Ánimo, mucho ánimo.
Su padre, que los ama con toda su alma.
Fernando Alberto García Cuevas, ciudadano del mundo. Gracias, gracias, gracias.
POR FERNANDO ALBERTO GARCÍA CUEVAS
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