Hasta ahora ningún cambio de gobierno estatal había sido tan ríspido y hostil como el que se vive en Tamaulipas. Conflictos poselectorales siempre han existido, a veces con movilización social y otras solo por acción judicial, pero que un gobierno en funciones, un fiscal estatal y un congreso local se lancen contra un gobernador electo es inaudito.
Dentro de una semana, el 1 de octubre, Tamulipas debe registrar cambio en la titularidad del Poder Ejecutivo y la decisión está pendiente en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que posiblemente el martes, faltando tres días para el relevo, dé la última palabra sobre ese polémico proceso electoral.
Inclusive, antes de que el proceso formal iniciara, la disputa fue intensa por las respectivas cadidaturas en los dos grandes bloques partidistas y, luego, con el inicio del proceso electoral detonó una guerra de desinformación que hasta ahora subsiste en lo que podemos llamar el último reparo de Cabeza de Vaca.
El gobierno de la República, por conducto de la Unidad de Inteligencia Financiera, y la Fiscalía General de la República, iniciaron las hostilidades con las acusaciones sobre el gobernador de extracciçpn panista, Francisco Javier García Cabeza de Vaca un año antes de iniciar las campañas en la entidad.
El mandatario estatal en 2019 iniciaba la construcción de su candidatura presidencial, empero, para mediados de 2021 terminaba atrincherado, políticamente debilitado y evitando un desafuero que lo llevara a prisión antes de concluir su mandato.
En buena medida enclenque, la acusación sobre Garcia Cabeza de Vaca se ha mantenido --al menos hasta ahora-- en el naufragio, dándole el margen suficiente para articular una ofensiva local en varios frentes:
El primero, con la difusión de informaciones apócrifas o al menos no confirmadas, sobre indagatorias estadunidenses a la relación de Américo Villarreal con el empresario asesinado en diciembre pasado, Sergio Carmona, un antiguo aliado del cabecismo que terminó en discordia.
Luego siguieron las acusaciones sobre cercanos a Américo Villarreal que se mantienen activas y, finalmente, sobrevino la colocación en medios de supuestos cables del embajador estadunidense, Ken Salazar, dando santo y seña de presuntas operaciones ilícitas que incluirían donativos millonarios a Morena, con dos marinos desaparecidos de por medio, un operador del hampa y la supuesta implicación del senador zacatecano José Narro Céspedes.
Ya el embajador rechazó la especie, mientras que el banco implicado negó que haya una cuenta como la identificada en la filtración.
La presión, sin embargo, aumentó con las órdenes de captura que acapararon la atención mediática nacional pues están destinadas al entorno villarralista, mientras que en lo local, el congreso reformó leyes que despojan de importantes centros de poder a un gobernador tamaulipeco: la seguridad, la inteligencia y la investigación financiera, funciones que fueron enviadas del Ejecutivo al fiscal estatal.
No es todo. El cabecismo también le ha quitado a Villarreal el control de los fondos locales que emergen de los sistemas de agua municipal. Así, seguridad y dinero, cotinuarían en poder cabecista por la vía de la fiscalía local y las juntas locales de agua potable.
Francisco Javier García Cabeza de Vaca está intentándolo todo para evitar la validación de la elección con la esperanza de extender su mandato por interpósito incondicional que elija el congreso local. Caso contrario, ha tomado recaudo perverso con las fuentes de poder y ánimo transexenal.
Posdata
Los sindicatos están dando mucho de que hablar por estos días. Al norte, en Monclova, una ofensiva napista se suscitó en Teksid, donde el sindicato de Napoleón Gómez Urrutia dejó en la calle a la CTM de Tereso Medina Ramírez.
En el centro del país, un caso ha llamado la atención y es el de Carlos Rubén Domínguez y sus negocios familiares, que por ahora se han infiltrado en Trupper Herramientas, asentada en Jilotepec, Estado de México. Un proceso sin transparencia, promesas incumplidas y presiones sobre trabajadores marcan su presncia ahí.
A lo anterior se suma el hecho de que su sindicato, que suele reivindicarse como alternativa innovadora, se caracteriza por el charrismo obrerista nylon (que es moda sindical, pues nadie vio jamás a Napoleón en un socavón con pico y pala, por ejemplo) y, ahora se teme que, por las disidencias y la indignación en la base, terminen complicándose los procesos productivos de la patronal.
POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ
MAAZ