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Política exterior: ¿Hacia dónde?

A veces la política exterior mexicana aparece dividida, entre idealismo y pragmatismo, pero es claro también que una participación más activa en la diplomacia internacional obliga a la toma de posiciones y pronunciamientos

Política exterior: ¿Hacia dónde?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La política exterior del gobierno mexicano es uno de esos temas que vale la pena tratar de entender, por más que de repente parezca avanzar entre contradicciones con el protagonismo frecuente del propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es, de entrada, una política que reclama los principios de respeto a la autodeterminación, porque no deseamos que se metan en nuestros asuntos.

Bien, francamente. Pero, ¿y si se trata de la situación del grupo político Podemos, en España? ¿o de las críticas a Gustavo Petro, en Colombia? ¿o las complicaciones que enfrenta Pedro Castillo, en Perú? ¿o las acusaciones que se hacen en Estados Unidos contra Julian Assange?

Todos son temas donde hay puntos válidos. Pero no se habla de la represión desatada en Nicaragua por el gobierno del presidente Daniel Ortega, o de los millones de refugiados económicos y políticos obligados a dejar Venezuela, o de las medidas autoritarias y represivas de la administración cubana.

Claro que los beneficiarios de las denuncias del gobierno mexicano tienen el común denominador de ser personajes y organizaciones que están alineadas a la izquierda del hipotético centro político, como al parecer está México en el ámbito internacional.

A veces la política exterior mexicana aparece dividida, entre idealismo y pragmatismo, pero es claro también que una participación más activa en la diplomacia internacional obliga a la toma de posiciones y pronunciamientos, aunque cargarse a un lado es una definición importante ¿no implica la pérdida de una herramienta útil?

México revivió hace casi tres años a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), una organización creada por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva para contrarrestar los avances políticos de la Alianza Bolivariana (ALBA), protagonizada por la Venezuela de Hugo Chávez, la Bolivia de Evo Morales y el Ecuador de Rafael Correa.

La idea de México y el gobierno de Alberto Fernández, en Argentina, era ofrecer a la Celac como una alternativa regional a la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que se considera bajo la influencia de Estados Unidos. Pero se espera que el siguiente líder de la Celac sea Lula da Silva, a ser electo de nuevo Presidente de Brasil, en octubre próximo.

Algunos quieren ver un intento mexicano de asumir el liderazgo latinoamericano, pero la revitalización de Celac renueva la tradicional ambición brasileña de predominio regional gracias al prestigio de Lula. De ocurrir así, sería la primera vez que México aceptara, o pareciera aceptar, aún de manera informal, el predominio político brasileño en la región.

La situación es más enrevesada porque los temas político-económicos domésticos ponen a la administración mexicana en frecuente contraposición con las posturas y propuestas de EU, aunque los intereses inmediatos del país están muy cercanos a la economía y la sociedad de la nación vecina.

Son dudas que la cancillería podría resolver, si estuviera a cargo de la política exterior.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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