Desde Afuera

La importancia de un acuerdo no-escrito

Las posiciones de AMLO han irritado lo mismo a partidarios que adversarios de la migración y ha chocado con EU por no querer sancionar a Rusia

La importancia de un acuerdo no-escrito
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

LOS ÁNGELES, California. Estar de acuerdo en estar en desacuerdo...

Ese viejo principio de la relación entre Estados Unidos y México volvió, de repente, a la vigencia y resurgió cuando muchos temíamos una situación de crisis entre los gobiernos de los dos países, a propósito de la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador, de no asistir a la cumbre de Los Ángeles.

La ausencia de AMLO no se debió a que Cuba, Nicaragua y Venezuela no asistan, sino porque no fueron invitados, que era su postura desde el inicio, en función del principio de inclusión.

Pero la administración estadounidense, organizadora del evento, reclamó por su parte el derecho del anfitrión. Y aunque aseguró que escuchó las opiniones de los otros países, incluso de los que considera sus aliados, como México, optó por no extender invitaciones a gobiernos que en su criterio son tiránicos y autoritarios.

"La posición principal del Presidente es que no creemos que se deba invitar a dictadores, que es la razón por la que (López Obrador) ha decidido no asistir", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean Pierre. 

A cambio, "esperamos recibir al secretario de Relaciones Exteriores (Marcelo) Ebrard como representante de México, y damos la bienvenida a la importante contribución, a los principales resultados de la cumbre".

La divergencia provocó un enorme gasto de tinta –o de bytes–, ante lo que es un desacuerdo real y uno que en cierta forma tiene décadas de existir, como el referente a la situación de Cuba.

Dicho eso, el debate puso de relieve otros problemas, incluso que el presidente Joe Biden es el principal, y tal vez único aliado que tiene López Obrador en Estados Unidos.

El mandatario mexicano se confrontó esta vez con Robert Menéndez, un demócrata que preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EU y, de paso con la comunidad cubano-estadounidense, que es mayormente republicana.

Pero la verdad sea dicha, la relación entre el gobierno mexicano y la comunidad cubano-estadounidense nunca ha sido buena, debido a la postura de nuestro país respecto a Cuba.

Más allá, las posiciones de la administración de AMLO han irritado lo mismo a partidarios que adversarios de la migración, ha chocado con el gobierno de Biden –y otros– por su renuencia a determinar sanciones contra Rusia en torno a la invasión de Ucrania y manifestado problemas con la Organización de Estados Americanos.

Teóricamente, cada choque ha sido un irritante más. Y probablemente es correcto. Pero también lo es que aunque no con la frecuencia y, por supuesto, sin la intensidad y la resonancia de las redes sociales, los problemas derivados de posiciones divergentes han existido antes.

Luego de años de estira y afloja, y de conflicto, los dos gobiernos llegaron a la pragmática formulación del "estar de acuerdo en estar en desacuerdo".

Los ucranianos hubieran deseado un "acuerdo" así.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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