Concluyó la IX Cumbre de las Américas, suma de encuentros y desencuentros, presencias y ausencias, discursos y documentos finales.
Una lectura preliminar arroja algunas conclusiones: la Cumbre mostró la disfuncionalidad y pérdida de influencia de EU en el continente, deficiente planeación, la profunda división del continente, dos versiones de la izquierda latinoamericana y la percepción de que el populismo gana terreno.
Las diferencias en torno a la invitación a Cuba, Nicaragua y Venezuela dominaron la cobertura mediática. El discurso de unidad del presidente Biden, contrastó con las preocupaciones de la mayoría de los latinoamericanos y caribeños.
Se emitieron Declaraciones, con sus anexos de “entregables”, donde se listan compromisos específicos.
Primero, la Declaración sobre Migración y Protección de Los Angeles. Destaca la alineación conceptual con el Pacto Global sobre Migración que establece la necesidad de una migración ordenada, segura y regular, y que ésta sea una opción y no una necesidad. Pero una cosa es el acercamiento conceptual con México y América Latina, que recupera ideas y avances en la materia, antes de la postura xenófoba de Trump y otra, distinta los acuerdos concretos.
México hizo varios compromisos, como incrementar el número de permisos temporales para trabajadores guatemaltecos y EU se comprometió a recibir hasta 20 mil refugiados del continente en los próximos dos años. Una cantidad muy menor con relación a los solicitantes de refugio, pero mayor al tope de años pasados de 18 mil refugiados al año de cualquier nacionalidad.
El otro anuncio fue la Alianza de la Prosperidad Económica de las Américas, acompañada también de un listado de prioridades: revigorizar las instituciones económicas regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, mediante su recapitalización, pero sin que hubiera acuerdo sobre la demanda de Argentina en nombre de CELAC de sustituir al presidente del BID. Dar prioridad a la inversión en energías limpias y cambio climático, hacer las cadenas de valor más resilientes, aumentar la participación en la economía formal y asegurar un comercio sustentable e inclusivo. No hubo compromisos de disminución de aranceles o acceso al mercado. Pero EU iniciará consultas para identificar proyectos específicos que den contenido a la Alianza.
En otros anuncios se subrayó el compromiso de EU de apoyar en las instituciones financieras internacionales mayores recursos a los países de ingresos medios, como son la mayoría de América Latina y el Caribe, así como compromisos de inversión privada en Centroamérica.
Nada de desaparecer la OEA. Como máximo, se iniciará un proceso de evaluación y transformación y, remotamente, la sustitución de su liderazgo.
Habrá que analizar cómo encajar en este marco la propuesta de integración continental del presidente López Obrador que presentará en julio al presidente Biden.
POR MARTHA BÁRCENA COQUI
EMBAJADORA EMINENTE
@MARTHA_BARCENA
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