MALOS MODOS

Qué divertidas las masacres

Vamos a despedir este sexenio, dos largos años, entre carcajadas. Qué bueno que alguien se la esté pasando bien

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Al presidente lo veo de un tiempo para acá entre de franco mal humor, irritable, y tristón, bajoneado. Achicopalado, para usar otra expresión vintage. ¿Qué fue del hombre que iba por el mundo entre mordiscos en el cachete, dentelladas a la garnacha y exhibiciones de beis? ¿Qué fue de DJ AMLO, el que nos ponía canciones en la mañanera? ¿Y del aficionado a la poesía que se soltaba con “Cananea, Cananea”, en sentido homenaje a Carlos Pellicer, pero sobre todo al Pueblo Bueno? Se nos está borrando, caray. Como que se nos diluye en cateterismos, tirones musculares y noticias de familiares corruptos que le andan llenando de baches el camino hacia su consagración histórica, como héroe que forjó patria, que es de lo que se trata este sexenio.

No, no anda de buenas el Líder. Con una excepción: las matanzas. ¿Han notado cómo de pronto, ante una buena masacre, le vuelve el color y no es que se le dibuje una sonrisa, sino que de plano lanza una carcajada? Como que algo regresa a la vida desde esa mirada triste; como que algo cosquillea así, bonito, en el interior del atleta keniano y lo hace lanzar fogonazos de placer por los ojos apachurrados, antes de abandonarse a la risa. Hay varios ejemplos. Hace unos meses, ante una portada de periódico, se aventó un burlón “Ahí están las masacres”, seguido de eso, una risotada. Bueno, pues repitió hace unos días, cuando ametrallaron a varias personas contra un muro en San José de Gracia. Le volvió el humor. Logró volverse de nuevo el protagonista de la historia y, en jolgoriosa recriminación a los conservadores y los medios, que aprovechan el récord de asesinatos de su sexenio para desacreditarlo, dijo con un sentidazo del humor: “¡Me fusilan!” Pero no es solo México. Hay algo deli también, parece, en la invasión rusa a Ucrania. El presidente, cuya palabra pesa más que cualquier comunicado de Ebrard, dijo que quienes condenan la invasión en Twitter son conservadores, y aprovechó para hacer otro súper chiste: que un espía, cuando le preguntaron si era de la policía secreta, dijo que no contestaba, porque dejaría de ser de la secreta.

Dos observaciones para terminar. La primera es que, claramente, para el Supremo este sexenio ha sido un proceso de aprendizaje, un viaje interior. El hombre que hace dos años mostraba una indiferencia de hielo ante los niños con cáncer y sin medicamento, las personas con VIH y sin antirretrovirales, las 600 mil muertes por la pandemia o los ciudadanos desesperados que le pedían ayuda contra el crimen organizado, ha aprendido a disfrutar de la adversidad, se entiende que de la ajena. La segunda es una obviedad: entre la persistencia de los abrazos y no balazos, la de Gatell y la de Putin, vamos a despedir este sexenio, dos largos años, entre carcajadas. Qué bueno que alguien se la esté pasando bien.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
JULIOPATAN0909@GMAIL.COM
@JULIOPATAN09

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