TRES EN RAYA

El tren del Istmo, otra historia de pernos

La ineptitud tiene costos demasiado elevados. Una vez más todo esto apesta a derroche de recursos públicos. La Auditoría Superior de la Federación ha señalado millonarios faltantes

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Podemos apostar que no habrá responsables. Tampoco averiguaciones previas o explicación coherente, ni sabremos cuál será el costo de arreglar todas las averías. El director del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), Rafael Marín Mollined, dijo que sí hubo fallas, pero que este percance “no generará un gasto extra considerable”.

Al primer paso de un tren por las vías férreas recién construidas o rehabilitadas (depende de qué tramo se trate) en el Istmo de Tehuantepec, los durmientes se fracturaron. El tamaño del desastre termina en un tren descarrilado y una vía que no se puede utilizar.

El tren del Istmo tiene raíces históricas en las épocas de Benito Juárez y Porfirio Díaz. Retoma también una propuesta de Estados Unidos de construir ahí un canal como el de Panamá (¿será esa la razón del pleito de López Obrador con dicha nación?). Constituye una idea que sin lugar a duda podría reducir costos en el transporte de mercancías en nuestro país, si bien no se equipararía jamás a lo que se mueve por el antes mencionado canal.

Así, la rehabilitación de 185 km de vías férreas se anunció con bombo y platillos en junio de 2020 y contemplaba una inversión inicial de 3 mil 113 millones de pesos y la ilusa ilusión de terminar en abril del año pasado. Como resultado de una pésima planeación y de una peor construcción a las carreras, se tiene una obra que engulló millones de pesos y que hoy se puede tirar a la basura. ¡Ah! Tampoco logró la ansiada fecha de inauguración.

El Corredor Interoceánico es uno de los megaproyectos de este gobierno que ha sido señalado por la Auditoría Superior de la Federación por tener millonarios faltantes. Además, ahora nos enteramos que sus nuevas vías no tienen balastros, que son las piedras que se colocan para contener y repartir la carga del tren. Ello generó que los durmientes se tronaran y las vías se desalinearan y se torcieran. Los últimos tres vagones del tren se descarrilaron.

Hasta ahora, la información dada por el director del proyecto es que cada mes se arman provisionalmente las vías durante dos o tres días para permitir el paso de los trenes, por lo cual los tramos no quedan armados completamente, no tienen balastro y en esos tramos el tren debe ir muy despacio. Lo cual no deja de ser una acusación de la mala construcción (aun siendo temporal) de las vías férreas, poniendo en riesgo a todos quienes pasen por ahí.

El tren que se descarriló transportaba cemento de Veracruz a Ixtepec, Oaxaca, y en la información oficial se establece que se salieron de la vía y pasaron por encima de los durmientes, por lo que quedaron destruidos. Mas nunca se señala el porqué se descarrilaron…

La ineptitud tiene costos demasiado elevados. Una vez más todo esto apesta a derroche de recursos públicos y que se requieren involucrar expertos en el ramo y no solo con un 90% de lealtad al régimen (no hay honestidad).

Los caprichos y las ocurrencias, así sean presidenciales, sobre todo si se realizan al “ahí se va” arrojan pésimas obras. Dejan una estela de inconsistencias en los gastos, nulas explicaciones y un tufo a corrupción que no puede barrer ninguna escoba o sacudir ningún pañuelito blanco.

El tren del Istmo resultará en otra historia de pernos, donde nadie es culpable, todos pagamos y accidentes — si no es que tragedias— seguirán sucediendo.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

@MALOGUZMANVERO

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