Previo a su llegada a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador había detallado la nación que buscaba
construir en el Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024. En el documento se hacía un diagnóstico de la situación en la que se encontraba el país y presentaba una nueva visión, a través de propuestas en materia económica, política, social y educativa.
El objetivo del proyecto es romper con la pérdida de bienestar de los mexicanos, con el incremento de la desigualdad social y económica, y emprender un cambio de rumbo, un país con más oportunidades para los que menos tienen, que se resumía en el lema, “por el bien de todos, primero los pobres”.
El Proyecto de Nación se basa en una política social, a la que se han unido numerosos actores políticos y está respaldado por 63.7 por ciento de la población, según la última encuesta de Consulta Mitofsky. Esta cifra lo posiciona como uno de los jefes de estado con mayor aprobación mundial, incluso Morning Consult, lo ubica en el puesto número uno a nivel global y el diario británico Financial Times, en el segundo. Las cifras no son casuales y se presentan a la mitad del sexenio, cuando la población ya ha visto su forma de trabajo y continúa aprobándola.
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La política actual sienta sus bases en el ámbito social como un eje transversal que se impulsa desde lo económico, educativo y de salud. La búsqueda de la reducción de la desigualdad siempre será un acierto, por lo que las acciones como el incremento en el salario mínimo, los programas sociales de ayuda al campo, hijos de madres solteras y personas con discapacidad han abonado al objetivo.
Durante las últimas semanas, los opositores al gobierno de AMLO han buscado frenar el proyecto de Nación, a través de un reportaje de Carlos Loret de Mola sobre la casa donde vivía el hijo mayor del Presidente. Incluso, hay quienes a partir de la situación se atreven a afirmar que el proyecto fracasó y se terminó, como si se pudiera borrar de un plumazo los avances que durante estos tres años han tenido; mejoras que por cierto, se han dado en una circunstancia que al inicio del sexenio nadie esperaba, como la pandemia.
Esta ocasión dista de ser la primera en la que atacan al Presidente y que buscan descarrilar su proyecto y no va a ser la última. Ya pasó con el desafuero, el fraude de 2006, la campaña de desprestigio del peligro para México, y otras tantas, de las cuales siempre ha salido fortalecido.
Las instituciones responsables como la Secretaría de la Función Pública (SFP) y la Fiscalía serán quienes deban llevar el caso en el supuesto de que existan pruebas sobre los dichos, algo que hasta el momento no se ha probado. El debate público y mediático se debe centrar en los temas que dan continuidad al proyecto de nación y abonan a la resolución de los grandes problemas nacionales que aún enfrenta nuestro país.
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La situación de inseguridad persiste y cobra vidas a diario, las cadenas de suministro a nivel global
aún están retrasadas y eso ha generado índices inflacionarios que hay que mitigar, aún hay comunidades marginadas que requieren de atención prioritaria. No hay que perder el enfoque, hay que ver hacia adelante y continuar con el proyecto de nación, que no es cualquier reto.
POR ARTURO ÁVILA ANAYA
ARTUROAVILAANAYA@GMAIL.COM
@ARTUROAVILA_MX
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