A casi dos años del inicio de la construcción de un tren que llevaría progreso y esperanza a cinco estados del país: Chiapas, Tabasco, Yucatán, Campeche y Quintana Roo, el proyecto, aunque usted no lo crea, carece de ruta exacta.
Es más, se inició con una parte que sí se sabía por dónde pasaría y la otra se llamó “Situación sin proyecto”, y se aclaró: “se hará conforme lineamientos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y se creará un escenario teórico con optimizaciones y mejoras a las condiciones actuales”.
Como hemos visto, la ruta zigzaguea y va para allá y para acá. Ahora son los empresarios, hoteleros y autoridades de Quintana Roo quienes proponen una nueva ruta.
¿Cómo se inició una obra que debe cubrir mil 502 kilómetros de longitud sin tener una mecánica de suelo sólida en un terreno donde cualquiera con una pala puede encontrar cenotes y cavernas que están a flor de tierra? Además, no hay ninguna previsión ante posibles fallas geológicas ni arqueológicas tan diseminadas y frecuentes en la región.
En México, los trenes nunca han tenido vocación de transportar pasajeros, en su mayoría son de carga; éste, se dice, abarcará los dos servicios, sólo que, aprovechar el viejo tendido existente presenta los siguientes “inconvenientes”: a) mal estado por corrosión y desuso, b)robo de material de fijación, c) no hay condiciones de seguridad para evitar colisiones y d) invasión de vegetación y otros obstáculos.
En consecuencia, hasta ahora, todo el transporte de pasajeros y de carga es por carretera.
La obra planea tener siete tramos, 30 estaciones y 43 trenes con 180 carros de pasajeros, 16 patios de encierro y un buen número de talleres encargados a la empresa Bombardier.
Expertos de Canadá y Francia han encontrado que el primer riesgo será el de interfase, la posible incompatibilidad de rieles en los diferentes tramos y el riesgo de no contar con la demanda de pasajeros y de carga en al menos los primeros cinco o seis años, recargando seriamente el mantenimiento y costo inicial.
En un tren de esta magnitud, y teniendo cuidado extremo con la fauna, flora y la débil estructura de la tierra, el solo estudio de su posibilidad llevaría a una firma inglesa y a otra japonesa tres años de análisis y quizás cuatro años su construcción.
Aquí los ingenieros militares y un director que presume no haber terminado la educación primaria nos aseguran que lo harán en año y medio.
Encontremos a los valientes que se subirán a ese tren sin haber hecho testamento.
POR RAÚL CREMOUX
ESCRITOR Y PERIODISTA
@RAULCREMOUX
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