Sectores identificados con el conservadurismo y abiertos opositores al proyecto político del Presidente Andrés Manuel López Obrador, se manifestaron hace unos días en la avenida principal de la Ciudad de México. No marcharon para defender al INE, que según sus arengas desaparecerá por los afanes autoritarios de la cuarta transformación; salieron a la calle con un claro cálculo político para debilitar al Presidente y su movimiento; reagruparse, tomar aire y encarar los procesos electorales que se avecinan. Abundaron las expresiones de odio e inconformidad; denunciaron con su reiterado discurso, lo que consideran un populismo que amenaza la democracia, el avance de la dictadura y la amenazante “venezolización” del país.
Junto a grupos sociales auténticamente convencidos de la causa conservadora, marcharon también las dirigencias partidistas del PAN, PRI, PRD y MC. En un clima de plenas libertades marcharon personajes políticos desprestigiados del pasado como Vicente Fox, Roberto Madrazo, Elba Esther Gordillo, entre otros, asociados al fraude electoral y a la trampa. La oposición se mostró unida en propósitos, exhibieron poder de convocatoria; sin embargo, al final, en medio de la estridencia, se dispersaron sin realizar planteamiento alguno, ni proponer una sola idea de país.
Al día siguiente, el Presidente López Obrador hace un llamado a marchar; da un paso estratégico y convoca a movilizar de manera pacífica el próximo domingo y demostrar una correlación mayoritaria de apoyo social; es decir, asume la defensa política de su proyecto de gobierno. El Presidente López Obrador llega a su cuarto año de gestión con un amplio respaldo popular, aun frente a un panorama adverso marcado por dos años de pandemia y una guerra costosa de Rusia contra Ucrania, que ha provocado una crisis global inflacionaria.
Serán miles los que ocuparán el Zócalo de la Ciudad de México, escenario simbólico y concreto de la manifestación de la vida pública, un espacio abierto, vital; recinto de la memoria colectiva, terreno de la expresión de identidades, sitio de la resistencia y la rebeldía, la protesta y la gestación de transformaciones históricas sociales y políticas; la plaza de la Constitución ha sido un lugar abierto para el encuentro colectivo y el sentido de pertenencia, un sitio para evocar el pasado y soñar con el futuro.
Marcharán muchos para ratificar su adhesión al proceso de la transformación profunda de la República, y su militancia en los valores democráticos, una insurrección pacífica para reivindicar los sectores sociales agraviados, empobrecidos y las regiones retrasadas y empolvadas que nunca estuvieron contemplados como prioridad en los presupuestos del neoliberalismo. Marchar para celebrar 4 años en los que se sientan las bases para avanzar hacia un país equitativo, justo y soberano.
Marchar con alegría, sin odio, sin rencor, con esperanza.
POR RACIEL PÉREZ CRUZ
COLABORADOR
MAAZ