TIEMPO DE INFRAESTRUCTURA

Liberar la obra energética en México

Las líneas de transmisión están y siempre estarán en manos y propiedad del Estado, pero se permiten alianzas o contratos

OPINIÓN

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Claudio Rodríguez Galán / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

México siempre ha tenido un enorme potencial energético, lo cual se encuentra altamente regulado —como debe ser— dada su enorme importancia para las finanzas públicas y por su válida contextualización para el orgullo nacional. 

Es derivado de lo anterior que, en México, como en cualquier país, las políticas son modificadas de tiempo en tiempo para irlas adaptando a las nuevas realidades y contextos técnicos, financieros, geopolíticos y naturales. 

La doctrina regulatoria reconoce así que los bienes materiales y finitos, como los energéticos y en general de los recursos naturales, son flexibles (aspecto flexible), lo cual tiene que ser reconocido por las legislaciones para su mejor aprovechamiento en el contexto histórico actual (aspecto inflexible). 

No es a la inversa, es decir, las leyes tienen que ser inmutables en su debido contexto temporal-vigente, frente a la variabilidad de las alteraciones que sufren los mercados, recursos, existencia y realidades energéticas. 

Así, los países modifican sus legislaciones en materia energética para que se adapten a dichas variaciones y éstas no afecten al contexto vigente en cada país. Pero una vez adoptadas, las leyes tienen que ser inmutables o inflexibles en el respeto de lo que llamamos Estado de Derecho. 

Por el otro lado, se escucha en el mundo la tendencia de “democratizar la energía”. En su acepción más pura, implica que ese componente fundamental para la vida humana sea asequible y accesible para todos sin importar sus condiciones económicas adversas. 

Pero quisiera proponer que también implique el entender que cualquier nación es y será más fuerte en la medida que entienda que el Estado lo compone no sólo el gobierno, sino también su población en su determinado territorio. 

De nada sirven los recursos si no existe una justicia distributiva como, por cierto, lo impone expresamente nuestro Artículo 27 Constitucional.

Dentro del marco jurídico que todo gobierno tiene el derecho democrático de imponer, son las alianzas, convenios y estrategias conjuntas las que mejor rentabilidad le pueden dar al propio Estado. 

No es entonces coincidencia que eso es lo que señala nuestra Constitución, como marco general y la Ley de la Comisión Federal de Electricidad y la Ley de Petróleos Mexicanos, en lo particular. 

Dentro del marco e ideología impuesta por el gobierno, se abren caminos para estrategias conjuntas que permitan al Estado preservar y conservar la titularidad y rectoría del sector energético, pero coadyuvándose de las capacidades financieras, riesgos y técnicos que ofrecen empresas mexicanas e internacionales. 

Un claro ejemplo de lo anterior es el desarrollo de líneas de transmisión, las cuales, por precepto constitucional, están y siempre estarán en manos y propiedad del Estado —lo cual es lo correcto—, pero se permiten alianzas o contratos para su desarrollo y crecimiento. 

Otro ejemplo son las alianzas recientes en materia de gasoductos con empresas extranjeras y proyectos fotovoltaicos de propiedad nacional.

Con todo respeto, creo que lo único que falta es buscar el acercamiento post una etapa compleja que rompió paradigmas y donde se siguen buscando culpables, villanos y héroes, pero en donde nos hemos alejado de lo fundamental: la democratización de la energía. 

Si entendemos la nueva realidad, por un lado, y que ésta por su misma naturaleza flexible, como hemos descrito anteriormente, tiene como única opción caminar en una sinergia colaborativa basada en el bien común. 

Materia de mi tesis doctoral, lo sostengo: no hay peor privatización que la privatización de lo que realmente nos une. Si para lograr la democratización de la energía sin vulnerar la nueva política energética democráticamente elegida buscamos las coincidencias y no los desencuentros, podremos ser más fuertes. 

Si los desencuentros nos alejan de los altos fines del Estado en lograr la democratización de la energía, estamos alejándonos de lo que a todos nos interesa, y estaremos alejándonos de lo fundamental. ¿Lo estamos entendiendo?

POR CLAUDIO RODRÍGUEZ GALÁN
SOCIO DE LA PRÁCTICA DE ENERGÍA DE HOLLAND & KNIGHT
@CLAUDIORODRÍGUEZGAL

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