COLUMNA INVITADA

Reino Unido: errores de partido, problemas de Estado

Pocos pueblos, como el británico, han tenido tanto impacto en la historia de la humanidad

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Pocos pueblos, como el británico, han tenido tanto impacto en la historia de la humanidad. La modernidad es en gran medida hija del Reino Unido, patria de la revolución industrial. Su influencia se siente en todo el mundo, empezando por su idioma. Destacadamente, desarrollaron el sistema de democracia liberal, quizá el modelo de gobierno más civilizado que haya existido. 

Sin embargo, en los últimos años, Reino Unido ha enfrentado un torbellino de inestabilidad. Reflejo de ello es que, en tan sólo siete semanas, ha tenido tres primeros ministros: Boris Johnson, Elizabeth Truss y desde hace unos días Rishi Sunak.  

En parte, esta rápida sucesión ejemplifica la capacidad para sustituir, institucionalmente, gobiernos que no funcionan o han perdido la confianza pública. No obstante, dichos cambios abruptos también deterioran la gobernabilidad, la economía y el prestigio exterior. Lo que ocurre en Reino Unido invita a la reflexión para todas las democracias, pero sobre todo las más jóvenes, como la nuestra. 

Una primera lección es que cuando los partidos tradicionales se comportan irresponsablemente, haciendo cálculos electorales antes que de Estado, abren la puerta a opciones populistas. En 2015 había un gran debate para ver si salir o no de la Unión Europea (UE); pero en lugar de tomar una decisión firme y asumir los costos, el entonces Primer Ministro David Cameron organizó un referéndum. Cameron estaba convencido que ganaría la opción “quedarse” y que eso le ayudaría a neutralizar a los euroescépticos de su propio partido; fue un error: triunfó el Brexit por el mínimo, quedó un país polarizado y con un enorme problema económico encima que perdura hasta hoy. 

Otra lección es que los partidos deben aprender a confrontar a sus propios dirigentes cuando éstos resultan inefectivos. Theresa May renunció, con el aval de su propio partido, ante la imposibilidad de lograr la aprobación del Parlamento para un acuerdo de salida a la Unión Europea. Boris Johnson dimitió, entre peticiones de la militancia tory, cuando se acumularon escándalos que le impedían seguir liderando al país. Toda democracia necesita partidos políticos confiables y fuertes, porque si estos fracasan su lugar lo tomarán los extremistas imprudentes. 

Una lección adicional es que, para gobernar, si bien se necesita técnica, también se requiere oficio político para lograr acuerdos con gente que piensa diferente. Liz Truss es politóloga y economista de Oxford, autora de libros. Con esta seguridad, como Primera Ministra quiso ejecutar un plan económico que quizá funcionaba en la teoría, pero sin tomar en cuenta el ambiente social y sin construir consensos políticos previos. El resultado es que su gestión duró 44 días. 

No tengo duda que Reino Unido saldrá adelante, pero su experiencia es una advertencia al resto de las democracias liberales. Como lo he dicho antes, hoy la batalla global no es de izquierdas y derechas, sino de democracias y populismos. Tomemos nota, porque lo que ocurre en una de las democracias más antiguas y fuertes, con más insidia puede ocurrir (y ya ocurre) en las democracias jóvenes y frágiles. Si no nos sabemos poner de acuerdo los demócratas que pensamos diferente, seremos avasallados por los populistas que piensan igual. Una reflexión global, con claras señales nacionales. 

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

@ruizmassieu 

*Senadora de la República   

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