COLUMNA INVITADA

El testamento de Peter, reflexiones útiles de Vasconcelos en tiempos de desazón

En uno de los últimos pasajes de su carta Peter, le dice a su hijo: “Ahora sé que debo morir y que tú debes nacer para mantenerte de pie sobre el basurero de mis errores. Perdóname por esto. Siento vergüenza de dejarte en un mundo incómodo y sucio. Pero así debe ser”

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Sin caer en la pesadumbre y el pesimismo, México y el mundo afrontan tiempos difíciles: de pandemia, de cambio climático, de flujos migratorios propiciados por la pobreza y la violencia, en fin, un caos de fatalidades.

Al releer la obra póstuma de José Vasconcelos que el diario La Prensa publicó en 1957 bajo el nombre En el ocaso de mi vida, me reencontré con un breve artículo que el maestro intituló “La más valiosa de las herencias”. En él, Vasconcelos comenta una nota aparecida en la revista americana Time, la cual reproduce la carta-testamento de un soldado yugoslavo llamado Peter, quien poco antes de morir en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial, la dirige a un hijo suyo que aún no ha nacido.

Ante el práctico desconocimiento y anonimato de un soldado llamado Peter, resulta impresionante la grandeza espiritual del moribundo en la que no hay cabida al odio ni al rencor en contra de quienes lo llevaron a la muerte. Por el contrario, manifiesta sólo el deseo de dejar a su hijo y al mundo máximas profundas de fe cristiana y una exhortación a conservar el valor, la fe y el amor a la vida, el respeto a la amistad, a la bondad y la intolerancia ante la injusticia. Con un profundo humanismo Peter expresa su aval a los ideales del mundo en el que vivió y que pretenden ser derrumbados por las ansias demenciales de un líder despótico. Y advierte que un hombre que se haga merecedor de dicho atributo no puede aceptar humillar la cerviz ante la arbitrariedad, el crimen y la injusticia.

En uno de los últimos pasajes de su carta Peter, le dice a su hijo: “Ahora sé que debo morir y que tú debes nacer para mantenerte de pie sobre el basurero de mis errores. Perdóname por esto. Siento vergüenza de dejarte en un mundo incómodo y sucio. Pero así debe ser”.

En estos tiempos cercanos a la reflexión siguen siendo vigentes los sabios consejos tanto de Vasconcelos como los del propio Peter. Prevengámonos contra el cansancio que trae consigo la desesperanza, el tedio y la desilusión.

Siempre hay oportunidad para la felicidad: “El espíritu de la admiración y la ventura promesa de la inmortalidad te será dado como a niño. Ojalá que lo conserves para siempre junto con aquello que en tu corazón siempre busque el oro detrás del iris; el prado más allá del desierto; el amanecer más allá del mar; la luz más allá de la oscuridad. Esto es fe en el porvenir y aspiración de supervivencia, pero para poder lograr esa actitud hay que seguir siendo niños, no en la inocencia y en la bondad, sino creyendo en los fines trascendentes de la humanidad”.

Creo que las nuevas generaciones tienen mucho que aprender del testamento de Peter.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA

MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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