COMANDO Y CONTROL

Ejército y GN: ¿Separación de funciones?

Tercero: Se plantea que la GN regrese a la Sedena, en donde se consolidará su desarrollo como una fuerza intermedia bajo supervisión castrense

OPINIÓN

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Íñigo Guevara Moyano / Colaborador. / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Con la designación del General de División DEM, Eufemio Ibarra Flores, como el primer comandante del Ejército Mexicano se consolida la creación de la Comandancia como una figura administrativa independiente. De esta manera, culmina la primera etapa de reorganización de la Sedena que permitirá la delimitación de funciones entre el Ejército y la Guardia Nacional (GN). 

La reincorporación de la GN a la Sedena puede convertirse en un parteaguas para la seguridad en México. El cambio abre una ventana de oportunidad para redefinir las misiones del Ejército. Hasta ahora, ha sido empleado como antibiótico para rellenar todos los espacios en donde no hay presencia del Estado.  

Desde campañas de vacunación hasta podar matas de marihuana, entregar libros y sembrar arbolitos, pero principalmente para proveer una sensación de seguridad a ciertos sectores de la población mediante despliegues de tropas, retenes y cordones de seguridad, dado el desafortunado desarrollo que han tenido las Fuerzas Policiales Civiles en México.  El Ejército, por lo tanto, ha suplido principalmente la ausencia de una fuerza intermedia de seguridad, pero al mismo tiempo, debiendo velar por la misión principal de defensa nacional, por lo que tampoco se pudo desarrollar de manera enfocada como una fuerza de seguridad interior. 

La formación de una fuerza de seguridad interior o intermedia ha llevado más de 20 años en gestación. Comenzando como la Policía Federal Preventiva, su desarrollo ha sido interrumpido principalmente por los constantes cambios en su dirección. Ineptitud, ignorancia, ingenuidad, espontaneidad, corrupción e interés político personal han sido los principales bemoles de sus dirigentes civiles. Las Fuerzas Armadas (FFAA) creen que lo pueden hacer mejor, mientras que algunas organizaciones de la sociedad civil alegan que no es el camino, que la militarización de la seguridad pública es antidemocrática y que eventualmente fracasará.  Los números –o por lo menos las encuestas de percepción sobre confianza institucional– les otorgan a las FFAA una oportunidad para consolidar una fuerza intermedia que sea profesional, eficaz y eficiente. 

Para hacer memoria, sintetizo los cambios recientes en tres actos:  

Primero: Ante la confusión que trajo la creación de la Gendarmería Nacional dentro de la Policía Federal, Sedena expandió sus batallones de Policía Militar y los reorientó para llevar funciones de seguridad interior.  

Segundo: Ya en esta administración, se crea la GN bajo la estructura administrativa de la Secretaría de Seguridad Ciudadana con lo que absorbe a la Policía Federal y se designa a un militar para comandarla. Los batallones de Policía Militar pasaron a engrosar las filas de la Guardia Nacional.

Tercero: Se plantea que la GN regrese a la Sedena, en donde se consolidará su desarrollo como una fuerza intermedia bajo supervisión castrense. 

Parafraseando anécdotas y recuentos ciudadanos, se deriva que la población distingue dos tipos de elementos dentro de la actual Guardia Nacional: los que eran del Ejército “y que sí le entran” y (algunos de) los que eran policías federales de caminos (sic) “y están amañados.” Por lo que queda la tarea pendiente y constante de continuar saneando a la nueva corporación. Tampoco es justo designar a todos los elementos de la antigua Policía Federal como corruptos, hay una significativa cantidad de elementos muy profesionales. Dado el cambio de dirección, una opción sería incorporarlos a la FGR, pues se requiere también de una Policía Nacional Civil, capaz y profesional.  

POR ÍÑIGO GUEVARA MOYANO
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA JANE'S EN WASHINGTON, D.C.

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