DESDE AFUERA

AMLO y The Economist: choque natural

Las críticas al gobierno de López Obrador emanan de la ejecución de sus proyectos, al tiempo que aparenta ignorar los obstáculos y problemas

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Mucho se ha dicho y escrito en torno al duro reportaje que la influyente revista británica The Economist dedicó al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Más allá de que la publicación reflejó, de hecho, las críticas que hacen muchos de los adversarios del mandatario, es la misma posición ideológica que sigue desde 1843 y, según sus propias definiciones, apoya la libertad económica, el libre comercio, la globalización, la inmigración, y el liberalismo cultural, amén de ser "un producto del liberalismo de Adam Smith y David Hume", dos filósofos del siglo XVIII.

Y por supuesto, en abierto choque con las que parecen las propuestas económicas del mandatario, definidas en cinco principios más éticos que de realidad económica, y por más que la idea central, "por el bien de todos, primero los pobres", sea digna de todo apoyo abre una interrogante básica ¿cómo hacerlo?

Y es lo mismo respecto a los demás principios enunciados: el combatir a la corrupción, la austeridad republicana, construcción de infraestructura financiada por recursos estatales, y soberanía energética en base en recursos tradicionales. 

Paralelamente, el manejo de la pandemia no ayudó a la imagen internacional de López Obrador.

En todo caso, el choque ideológico es evidente aun cuando haya una gran coincidencia en la idea de combatir a la corrupción.

Las críticas al gobierno de López Obrador emanan de la ejecución de sus proyectos, al tiempo que aparenta ignorar los obstáculos y problemas, incluso las quejas sobre el cumplimiento de contratos internacionales y respeto a compromisos firmados. El estilo, el cambio va contra todo y contra todos, lo hace parecer como autoritario.

El problema está menos en la presentación del punto de vista de The Economist, una publicación ideológicamente representativa de un punto de vista económico y filosófico, que en su choque con un Presidente que lleva en los hombros el peso de todo su proyecto, es su único vocero autorizado y por tanto el interlocutor de todos sus críticos, sean columnistas nacionales o publicaciones internacionales.

El reporte de The Economist molestó al mandatario y sus partidarios, quizá menos por el llamado a votar en su contra y la referencia "mesiánica" de su portada que por el tipo de público al que se dirige: las élites financieras y comerciales en el mundo. Y si bien se publicó 10 días antes de las elecciones de medio término en México, su impacto real es dudoso.

Pero al acusar el golpe, el Presidente contribuyó a divulgar en México las dudas y las críticas internacionales a su proyecto, que la verdad parecen harto difundidas.

La combatividad personal del mandatario, su evidente popularidad interna y la obsequiosidad de sus colaboradores lo han aislado hasta ahora de críticas y consecuencias políticas.

The Economist no es el mundo y representa una opinión definida, pero su reportaje anuncia que el camino futuro está lleno de piedras. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

dza