IGNACIO ANAYA

Democracia violenta

En el caso de México, la violencia se ha vuelto en característica propia del proceso electoral. Hasta el momento, los esfuerzos por evitar los distintos grados de violencia que rodean las elecciones en todo el país no han tenido efecto.

OPINIÓN

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Democracia violenta.Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Las elecciones libres representan el elemento fundamental de toda democracia moderna que así aparenta serlo. Fue un largo proceso de exclusión e inclusión a lo largo de la historia, el que terminó desembocando en los valores con los que se concibe dicho sistema político. Cada nación que se concibe como democrática se rige y aparenta bajo la idea de la representación ciudadana. Tales prácticas democráticas están marcadas por varios factores según las regiones y sus contextos. En el caso de México, la violencia se ha vuelto en una característica propia del proceso electoral. Hasta el momento, los esfuerzos por evitar los distintos grados de violencia que rodean las elecciones en todo el país no han tenido efecto.

El reciente asesinato de la candidata por Movimiento Ciudadano, Alma Barragán, tan solo casi dos semanas después del de Abel Murrieta (MC) en plena luz del día, muestra cómo la violencia está operando sin limitaciones y con total libertad como agente electoral. La lista sigue creciendo, y sus alarmantes números solo consiguen generar un desencanto en aumento sobre la ya decadente política mexicana. 

La población ya no se indigna antes tales hechos. Las administraciones pasadas nos heredaron la normalización de la violencia, la cual solo se ha visto reforzada. Las y los asesinados durante los procesos electorales del 2015, de las elecciones del 2018 y ahora en las del 2021, ya solo son números, usados para mostrar lo mal que están las cosas ¿Indignación? Esa ya fue sustituida por el acto de “condenar la violencia”, para después darle la vuelta a la página, ya que es la normalidad. No obstante, la impunidad sigue presente. 

¿Qué le depara a la democracia en un país donde el mismo acto de ejercerla puede conllevar a la muerte? Los resultados de las elecciones del 2018 fueron celebrados como un logro democrático; ahora, más allá de los resultados que surjan, difícilmente se podrán ver de la misma manera. El ambiente de violencia, aunado con otros factores, hace que crezca un pesimismo en la sociedad respecto a la participación dentro de la política. Aquellos, que quieren lograr algún cambio, terminan cediendo ante las viejas prácticas o, en el peor de lo casos, se convierten en un número más de la creciente lista de asesinados. Pocos son los que salen de tal dilema.

Se habla de “históricas” para definir lo que serán estas elecciones. Un intento por parte de quienes usan tal adjetivo para querer ponerle una estampa especial en el marco temporal a tal acontecimiento. De esa manera, se busca asegurar su relevancia para el porvenir de la nación. Sin embargo, detrás de estas elecciones “históricas” existe un proceso que viene desde antes constituyendo la democracia mexicana, la violencia electoral.

@IgnacioAnay
 

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