Existen empresas que esperan que la pandemia termine para poder volver a hacer las cosas como se hacían normalmente antes de este parteaguas; lo que sería volver al pasado.
También existen compañías a las que ya les ha caído el veinte de que el confinamiento por la crisis sanitaria ha cambiado muchas cosas, y no tiene sentido volver a cómo las hacíamos antes.
Las diferentes nuevas formas de trabajar, con los extras que eso implica, como el mayor grado de libertad y por ende la mayor confianza que puede otorgarse a los trabajadores, va a definir qué compañías son las más competentes a la hora de atraer el talento, y cuáles, por el contrario, son las que se van a quedar con el resto.
El impacto que esto va a tener es que el mejor talento se vaya a las empresas que ofrezcan un cierto grado de flexibilidad y libertad; por otro lado, están las firmas que no esperan con ansias “el regreso a la normalidad” y que busquen talento con habilidades que se adapten a esta mayor flexibilidad, confianza y libertad.
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Más que hábitos o costumbres, nos estaremos enfrentando a un cambio cultural. Lo veremos en cómo se va a transformar la oficina, para facilitar la interacción social, no para sentarse, porque para eso los empleados se pueden quedar en casa.
Estaremos enfrentando cambios en sectores como el inmobiliario, tecnológico (conexiones, seguridad cibernética) y también la forma y fondo de los acuerdos en el tema laboral (contratos de prestación de servicios modificados o adaptados a esta nueva etapa, por ejemplo).
Quizás leer por aquí parecería algo simple de ver y de ejecutar, pero la realidad es que al ser un cambio cultural se necesitara formación basada en la participación, en un diálogo en el que las personas hagan suyo estos nuevos modelos (que en realidad se estarán armando y que no siempre se sabrá el camino que hay que tomar), en este cambio tan grande no va a aplicar el lema de “te voy a explicar como vamos a trabajar ahora”, aquí hay que aplicar un modelo constructivo, de participación, para que eso nos ayude a armar estos nuevos modelos adaptados a las distintas realidades de las empresas.
La diferencia que nos encontramos hoy es que con la tecnología actual podemos tener esa flexibilidad que hace 20 años no había, con los diferentes formatos laborales. No es lo mismo la cantidad de cosas que se pueden hacer hoy, por ejemplo, un home office perfectamente funcional a uno de cuando sólo había fax o algo similar.
Entonces, ¿qué viene después de la pandemia para las empresas? Seguramente para algunas vendrá todo menos calma, y para las que ya vieron este cambio cultural y se empezaron a adaptar, quizás sí venga un poco de calma.
Por ARMANDO KASSIAN
@ARKASMI
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