ANECDATARIO

"Dejar de besar sapos"

La ciencia y la psicología han realizado múltiples estudios sobre las diferencias entre amar de verdad y estar enamorados, dos sensaciones que se suelen confundir frecuentemente

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdatario/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

“Cuando las cosas empiezan a ir muy mal, cuando el amor no existe, cuando el enamoramiento ha desaparecido, cuando la amistad se difumina…todo se derrumba”

Eso confesó Miguel Bosé a su amigo Jordi Évole, periodista español, en una entrevista muy cristalina que parecía más una charla honesta entre amigos.

Lo normal es que haya desaparecido, lo del enamoramiento. Eso le sucede a todas las parejas después de 8 meses iniciada la relación. La ciencia y la psicología han realizado múltiples estudios sobre las diferencias entre amar de verdad y estar enamorados, dos sensaciones que se suelen confundir frecuentemente.

Durante la fase inicial, una pareja siente mariposas en el estómago por el otro, no puede dejar de pensarlo, lo encuentra perfecto, lo idealiza, predomina la ilusión y la lujuria. Todo esto es producto de un cocktail de neuroquímica cerebral segregando dopamina, serotonina y noradrenalina en esta etapa. Luego viene el amor de verdad que tiene intenciones más profundas y legítimas, es más puro y cuerdo.

Para el cerebro es químicamente imposible segregar eternamente aquella mezcla de neurotransmisores que son una especie de “droga”, y por ello, después de esos 8 meses aproximados, o llega, o no llega el amor. Según Dietrich Klusmann, sexólogo, las mujeres pierden el deseo sexual a los 4 años de iniciada una relación, mientras que para los hombres eso permanece intacto y lo explica como un hecho evolutivo.

Como sea el caso es que ambos, amor y enamoramiento, son complejos.

Hay una serie inglesa llamada “The One”, estelarizada por la actriz Hannah Ware, que expone una teoría interesante aunque a la vez inquietante. De acuerdo a la trama de esta producción todas las personas estamos genéticamente predestinadas a encontrar a nuestro “match” perfecto en el amor. Esto se descubre a través de una prueba de ADN y se siente apenas intercambiando una mirada con tu presunto flechazo genético.

Durante el desarrollo de la historia parece como si esas parejas flechadas vivieran eternamente en esa etapa de enamoramiento, esa que te despista de la realidad entre las nubes, la que no te deja ver el verdadero yo del otro.

Existen algunos expertos en temas biológicos, en la realidad no en la ficción, que concuerdan de alguna manera con la premisa propuesta en la serie, argumentando que los humanos tenemos una inclinación natural por buscar a una persona “adecuada” para reproducirnos influida directamente por una cierta precisión genética.

Si, como en la serie, pudieras elegir saber quién es tu “flechazo genético” ¿Te atreverías? Suena abrumador y tentador al mismo tiempo. Evitar el desamor provoca mucho; al final del día, nunca he conocido a nadie que haya logrado convertir a un sapo en el supuesto y prometido príncipe azul.

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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