COLUMNA INVITADA

Ecosistemas sanos, personas sanas

Nuestros sistemas de alimentación después de la pandemia pueden fortalecer nuestra salud y también fortalecer nuestra economía al ofrecer un escenario donde los países latinoamericanos

OPINIÓN

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Mariana González Araujo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

“Todas las cosas están conectadas, como la sangre que une una familia… cualquier cosa que daña a la Tierra, daña a las hijas y los hijos de la Tierra. El hombre no teje la red de la vida; sólo es un hilo en ella. Cualquier cosa que le hace a la red, se lo hace a sí mismo”.

Esta frase de Ted Perry, inspirada en el Jefe Seattle nos invita a reflexionar cada vez de forma más profunda en nuestras acciones en la Tierra y con la Tierra. En cómo interactuamos con ella, especialmente, en un contexto de contingencia sanitaria en el que más de una propuesta internacional nos señala que el camino hacia la recuperación postpandemia será uno a través de la regeneración de nuestros ecosistemas.

Una de estas propuestas es la Declaración de Bridgetown del XXII Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe realizado el 1 y 2 de febrero con su llamado a la acción sobre la dimensión ambiental de la recuperación del desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe. En este, encontramos ideas clave hacia la reducción de riesgo de futuras pandemias, por ejemplo: mejorar el estado de conciencia sobre los vínculos de la degradación ambiental y la salud humana; priorizar el enfoque regional en la recuperación económica así como que ésta sea inclusiva y baja en emisiones.

Otra propuesta, es el llamado de la Asamblea General de las Naciones Unidas que desde marzo 2019 proclamó el periodo 2021-2030 como el Decenio por la restauración de los ecosistemas, siendo la FAO y el PNUMA los encargados de dirigir este llamado y unir los esfuerzos de los países a un objetivo en común el cual contempla prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas. En este se subraya la urgencia de protección y restauración de ecosistemas terrestres, costeros, marinos y urbanos. 

En ambas, el punto común que nos sirve como hilo conductor es la relación de la salud de nuestros ecosistemas con la nuestra y cómo ésta se vuelve más evidente a través de nuestras expresiones alimenticias.

Un ejemplo de esta relación lo han visibilizado la OIT y la CEPAL cuando mencionan el potencial de América Latina para la generación de empleos aprovechando las condiciones privilegiadas de la región al albergar 40 por ciento de la biodiversidad del mundo y casi la mitad de los bosques tropicales.

Nuestros sistemas de alimentación después de la pandemia pueden fortalecer nuestra salud y también fortalecer nuestra economía al ofrecer un escenario donde los países latinoamericanos pueden generar fuentes de trabajo enfocados en sistemas agroecológicos, sustentables e incluyentes. En este sentido, México puede retomar los esfuerzos de la iniciativa Sembrando Vida y sumarse al llamado internacional por la restauración, pues la salud de los ecosistemas y la nuestra, es una.

 

MARIANA GONZÁLEZ ARAUJO

PROFESORA DE MEDIO AMBIENTE, EN LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES, UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO