COLUMNA INVITADA

Nacionalismo Sostenible

México es un país enormemente bien dotado para explotar las nuevas energías, en especial la solar y la eólica. Sólo el desierto de Sonora recibe suficiente energía solar con la que se podrían surtir todas las necesidades energéticas del país y exportar a nuestros vecinos

OPINIÓN

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Miguel Ruíz-Cabañas Izquierdo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La propuesta de ley de reforma eléctrica, que deberá ser dictaminada en las próximas dos semanas, ha sido criticada por ser contraria al TMEC y el TIPAT, quizá por ser anticonstitucional y porque, al privilegiar la explotación de energías fósiles, como el petróleo, el carbón, y el combustóleo, México no reducirá la contaminación ambiental, con el consiguiente daño al medio ambiente, y a la salud de su población. Además, el país no reducirá las emisiones de gases que provocan el cambio climático, incumpliendo sus obligaciones internacionales conforme al Acuerdo de París. La reforma causará desconfianza hacia nuestro país y una caída de la inversión. Si la reforma es aprobada, vendrá un período de grandes litigios en tribunales nacionales e internacionales.

Pero lo más preocupante de la Iniciativa es el atraso tecnológico y el estancamiento económico que provocará. La nueva competencia internacional se centra, precisamente, en el control de las nuevas tecnologías, entre ellas las nuevas energías. Los países que no promuevan una transición ordenada a la energía solar, eólica o geotérmica, se condenan a vivir en el pasado. El cambio tecnológico no puede detenerse sin un costo alto en eficiencia, productividad y competitividad económica. Las nuevas energías pueden crear cientos de miles de nuevos empleos si van acompañadas de políticas públicas adecuadas.

El petróleo fue el rey a lo largo de todo el siglo XX. México tenía petróleo y sufrió los embates de las empresas petroleras hasta que en 1938 Lázaro Cárdenas decretó la expropiación, el momento cumbre de la Revolución Mexicana. La hazaña fue real. Afirmó el control sobre el principal recurso natural del país. Pero hoy el petróleo y el carbón empiezan su declive al verse desplazados por energías limpias, cada vez más competitivas. ¿Por qué atarnos al pasado, en lugar de tratar de atrapar el futuro, como ya lo están haciendo las principales economías del mundo, como China, Estados Unidos, Japón, Corea y la Unión Europea? Esas naciones están acelerando su transición energética no sólo por razones sociales y ambientales, sino porque es tecnológicamente viable y económicamente cada vez más redituable.

México es un país enormemente bien dotado para explotar las nuevas energías, en especial la solar y la eólica. Sólo el desierto de Sonora recibe suficiente energía solar con la que se podrían surtir todas las necesidades energéticas del país y exportar a nuestros vecinos. El potencial eólico es similar. Si lo que se busca es la autosuficiencia energética ¿porque no centrar el esfuerzo en las nuevas energías limpias? Debería crearse un Instituto Nacional para las Nuevas Energías. No imagino al gobierno de Álvaro Obregón, en 1921, desalentando el uso de los automóviles para mantener el uso de los caballos, los carruajes y los tranvías de mulitas. Sin duda la industria de los carruajes y los criaderos de caballos sufrieron al verse desplazados por los vehículos automotores, pero nada detuvo esa transformación.

En el siglo XXI el auténtico desarrollo o es sostenible, o no será. México puede implementar la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (aprobados por la ONU en 2015) con un nacionalismo energético del siglo XXI que sea sostenible y mire hacia el futuro. Por supuesto que debemos seguir explotando el petróleo por mucho tiempo pero, al mismo tiempo, debemos acelerar la transición energética con un horizonte de treinta o cuarenta años. Las próximas generaciones no perdonarán nuestra omisión.

POR MIGUEL RUÍZ-CABAÑAS IZQUIERDO
DIRECTOR DE LA INICIATIVA DE OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS) EN EL TEC DE MONTERREY 
@MIGUELRCABANAS

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