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El lado perverso del amor

Ojo aquí: basta echar una hojeada a nuestro pasado --en algunos casos en el presente-- para recordar que en varios momentos todas y todos hemos vivido algún tipo de agresión, desde los típicos celos hasta la manipulación o los chantajes

OPINIÓN

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Sofia García/ Columnista invitada/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

A propósito del 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, retomé el libro Amar a madrazos de Grijalbo, que Alejandra del Castillo y Moisés Castillo publicaron en 2010, en donde retratan la triste realidad que viven las y los jóvenes, hasta la fecha,  al normalizar la violencia en sus noviazgos, en gran medida por la experiencia en sus hogares.

Ojo aquí: basta echar una hojeada a nuestro pasado --en algunos casos en el presente-- para recordar que en varios momentos todas y todos hemos vivido algún tipo de agresión, desde los típicos celos hasta la manipulación o los chantajes.

Hablé con Ale del Castillo y esto me dijo: “Te educas en tu casa, eres lo que ves y percibes; por ello muchas veces se naturaliza la violencia en todas sus formas y por ende es difícil identificarla”.

La violencia empieza con el disfraz del amor y con frases como: “me cela porque me ama”, “el amor duele”, “tengo que pedirle permiso a mi novio”, “no le gusta que salga con amigos”, “me empujó, pero no me pegó” son un ejemplo de lo que muchas veces hemos escuchado entre jóvenes, y también hay que decirlo, entre adultos.

Retomo a la periodista porque en su momento visibilizó lo que muchos especialistas lo guardaban como parte de su secreto profesional, porque en las familias se sabía, pero se hacía poco o nada y porque la sociedad apenas lo tocaba como un asunto de morbo.

Las frases, publicadas en el libro de Alejandra del Castillo,  pueden parecer viejas y trilladas, pero a lo que quiero llegar es que a pesar de que han pasado 11 años, vale la pena preguntarnos: ¿Cuánto se ha hecho? Y ¿Qué se ha logrado? Quizá coincida conmigo: se han hecho esfuerzos, pero es probable que en cuanto logros obtenidos no podamos cantar mucho.

La Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo (ENVIN) de 2017, revela que tres de cada 10 adolescentes denuncian que sufren violencia en el noviazgo (sin contar los que no la padecen, pero no la reconocen porque creen que lo merecen o es normal). De ese número 76% --entre 15 y 17 años— han padecido violencia psicológica, 17% sexual y 15% física. O

Por ello la vigencia de Amar a Madrazos! Siete años después de su publicación, los índices de violencia en el noviazgo, no bajan a pesar de los esfuerzos que emanan desde la sociedad.

“El trabajo que se hace desde la sociedad ha contribuido a que la violencia se visibilice, y podamos identificar nuevas formas de agresión como el Gaslight (Luz de gas) , el maltrato machista, en donde la víctima casi nunca es consiente que la están lastimando, aquí el violento altera la percepción de la realidad de la víctima provocando que no sea consiente de una situación que debe denunciar” me dijo Ale del Castillo.

La condición machista sobre la anulación total a los derechos de las mujeres es una forma de violencia muy perversa.

Sólo como contexto, el nombre de Gaslight (Luz de Gas), se debe a la película del mismo nombre que salió en 1944, la cual refleja la violencia machista psicológica.  Aquí el marido manipula a su mujer con sutileza hasta convencerla de que ella se imagina cosas, recuerda mal las discusiones y hasta le hace dudar de su cordura.

Ahora bien, ya se está trabajando con las mujeres para que por sí solas identifiquen que viven algún tipo de violencia y puedan tomar decisiones, pero falta un largo camino que rompa con las estructuras inculcadas desde la infancia. Ok, bien, pero y ¿qué se está haciendo con los hombres?

“Urge hacer un llamado a la reflexión crítica para se trabaje con ellos, si bien se habla de las nuevas masculinidades, es importante romper con estereotipos y roles de género, hablar del origen y detectar lo que se inculca desde la niñez”, me dijo la escritora del Castillo.

Cualquier momento es el indicado para empezar a desaprender, necesitamos que las nuevas generaciones logren un cambio cultural en donde la violencia de género se desarraigue.

Un micromachismo es el caldo de cultivo para un feminicidio.

POR SOFÍA GARCÍA
@SOFIGARCIAMX