Rafael Rodríguez Castañeda sería aun más legendario si no fuera tan discreto. Hace unas semanas el Premio Nacional de Periodismo le reconoció su trayectoria, una distinción de sobra merecida. Vieja la escuela: el objetivo es la nota que sigue, no el adorno personal.
Por eso no es posible conocer del todo la biografía de Rodríguez Castañeda y acaso hay juntar pedacitos de su historia para una aproximación a lo que considero una trayectoria encomiable. En 2018, previo a la conmemoración por los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968, uno de los emprendimientos desarrollados para la memoria fue “A 50 del 68”, una plataforma coordinada por el periodista Homero Campa para reproducir los acontecimientos de aquel proceso social en un formato innovador, pues posteaba como si sucedieran en tiempo real.
Supe por Campa, entre otros episodios de represión a la libertad de informar, lo ocurrido en el periódico El Día, considerado por entonces el diario de la izquierda, el 30 de julio de aquel fatídico año. Como se sabe, en esa fecha, el Ejército ocupó la Preparatoria 1, abriéndose paso con un disparo de bazuka. Las razzias brutales de esa tarde y noche fueron documentadas por los reporteros de El Día, su personal dio el tratamiento correspondiente a los hechos. Al día siguiente, lo que apareció en su portada fue una reproducción de la versión oficial, contrario a lo escrito.
En esa redacción había jóvenes convencidos de cambiar la forma de hacer periodismo, incluido el jefe de redacción, José Carreño Carlón, quien encabezó la renuncia grupal acusando la censura. Entre los reporteros que después tomarían distintos caminos, figuraba Rodríguez Castañeda.
En este caso, la relevancia de la anécdota es porque que don Rafael es quizás el único que formó parte de dos momentos que aun hoy pondrían a prueba a cualquiera: dejar un empleo en defensa de la libertad en dos ocasiones, pues años más tarde, sería parte de los periodistas que acompañaron a Julio Scherer García, tras el “Golpe a Excélsior” en 1976.
¿Qué había en aquellos periodistas de esa generación para actuar así? No creo equivocarme al asegurar que había convicciones democráticas poco viables en el contexto del autoritarismo hegemónico cuyas condiciones envilecidas serían denunciadas años después por don Rafael en su libro “Prensa Vendida”.
Don Rafael y otros como su amigo, Miguel Ángel Granados Chapa, tenían desde entonces una integridad escasa en el gremio, quizás alimentada en valores de la democracia cristiana, un tanto inspirada en el Concilio Vaticano II y las encíclicas de Pablo IV. Luego, en sus respectivos caminos, evolucionaron a la izquierda. La relación Rafael-Granados fue cercana desde las aulas y desde que ambos formaron parte del equipo de Manuel Buendía en los sesenta.
Antes de estudiar periodismo en la UNAM, Rodríguez Castañeda realizó sus estudios iniciales en el CUM, donde tuvo compañeros que con el paso del tiempo se encumbrarían en la política. Hombres del sistema, como Alfredo del Mazo González, que no escaparon ala revisión que el periodismo de don Rafael hizo en Proceso.
Y es que, el semanario al que Rodríguez Castañeda dedicó más de cuatro décadas, tuvo en los 20 años de su dirección un sentido editorial resuelto en una frase: “periodismo sin concesiones”. Desde su fundación y la implacable conducción de Julio Scherer, Proceso fue “la lectura imprescindible”, pero los noventa fueron años de apertura, actualizando la idea original de Scherer-Leñero que dio nombre al semanario, “proceso a los hechos”.
Cercano a don Julio, cuidó siempre su legado periodístico, la autoridad que inspiraba en cada visita esporádica a la redacción, la obstinación en el tratamiento editorial a cada asunto que tratara sobre don Julio.
La forma en que Rodríguez Castañeda ha visto el periodismo quedó plasmada también en “Operación Telmex”, un libro sobre la privatización del entonces monopolio y luego en “El Policía”, donde repasó con prosa envidiable la negra historia del represor, Miguel Nazar Haro.
Las luchas de don Rafael fueron muchas. Cuento una: con la alternancia en el 2000, no se obnubiló con la idea del “cambio” y si la libertad de expresión era una de las supuestas conquistas, se encargó de evidenciar la tentación autoritaria litigando y ganando la demanda que en contra de Proceso activó Martha Sahagún.
En esos años, democracia electoral y transparencia se suponían también avance irreversible: don Rafael, en 2006, encabezó la demanda por el recuento ciudadano de las elección presidencial, vía acceso a las boletas electorales que todas las instancias se encargaron de evitar y con ello, los tres derechos políticos aparentemente definitivos, democracia electoral, libertad de expresión y transparencia, quedaron como lo que eran: ruin simulación.
Trabajé con él y con Salvador Corro, su subdirector, desde 2005 hasta 2019, primero como corresponsal y luego en la redacción central de Proceso, a donde llegué enfrentando una demanda que estaba en el interés de Felipe Calderón. En respuesta, don Rafael me mandó a cubrir la Presidencia.
El 3 de mayo de 2011 conocí la sentencia: perdí. Don Rafael me llamó a su oficina. Yo esperaba el despido. Estaban ahí don Julio, don Rafael y Salvador. Salvador, amigo como ha sido, sonrió; don Julio me dio un abrazo. Don Rafael, pocas veces emotivo, me abrazó también y me dijo: “vuelta a la página. Sin lamentos”.
Sabía de mi obsesión con las malas condiciones de los trabajadores del carbón y ese día había tronado una mina en Coahuila. Me envió a cubrir la historia. De la demanda no volvimos a hablar. A través de los años, lo vi publicar reportajes a sabiendas de que hacerlo implicaría cancelación de publicidades; enfrentar con dignidad políticos y empresarios enojados; respaldar a sus periodistas hasta cuando no tenían la razón. Jamás una censura, fiel a la herencia de don Julio: “sin concesiones”.
Habrá quien le señale errores, no yo que hoy celebro el reconocimiento del Premio Nacional, su aporte al periodismo mexicano.
POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ
MAAZ
Sigue leyendo
De Espino a Marko Cortés, el naufragio tras dirigir el PAN
Guadiana Tijerina, la CFE y el Presidente
Nxivm, caso pendiente en la UIF