ANÁLISIS

Contra los puros y los fundamentalistas en Morena

Se trata en todos los casos de posturas sectarias de quienes se sienten fundadores inmaculados llegando al grado de la ridiculez más escandalosa

OPINIÓN

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Ismael Carvallo / Análisis / Opinión El Heraldo de México

Yo no sé bien a quién se le ocurrió el calificativo, pero la irritación que me produce el término de “los puros” en el interior de Morena es total, y para mi desgracia no se deja de utilizar, oponiéndose por ejemplo al término de “pragmático” como si se tratara de una dualidad maniquea entre el bien y el mal, ignorando que toda política es por necesidad pragmática, dialéctica y algebraica, como decía

Lenin, razón por la cual la virtud fundamental del político es la prudencia. 

Los ataques o críticas tanto al Presidente como a Mario Delgado, desde el interior de la 4T, han estado a la orden del día muy recientemente. Una exfuncionaria expresó su malestar por el hecho de que el presidente esté invitando a exgobernadores de otros partidos al gobierno, reclamando que lo que debería de hacerse es buscar cuadros “de izquierda” para tales posiciones, incapaz de darse cuenta de que lo que está haciendo el presidente es una jugada maestra de álgebra política, atrayendo a la ecuación fundamental de la 4T a políticos de otros partidos en los que puede encontrarse una cierta sintonía, haciéndolos gravitar alrededor de la matriz histórica de este proceso al tiempo de desactivar posibles candidatos de la oposición para el 2024.    

Un académico narcisista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no pierde tampoco ocasión para pontificar contra Mario Delgado, peleándose ridículamente contra supuestas prácticas estalinistas o autoritarias de Mario, y señalando, entre un sinfín de ocurrencias maniqueas, que Morena está convirtiéndose en una suerte de nuevo PRI, pasando por alto el hecho de que en las recientes elecciones el triunfo del partido fue rotundo, que Morena ha crecido en estados donde la izquierda era testimonial y hoy es la primera fuerza, y que fue precisamente con candidatos “puros” como se perdieron alcaldías como Tlalpan, Coyoacán o Magdalena Contreras, generando un boquete político inquietante en la ciudad de México que más nos vale saber interpretar adecuadamente para no perderla.

Gustavo Bueno clasifica a este tipo de posiciones como propias de la izquierda fundamentalista, que junto con la izquierda divagante y la extravagante conforman el grupo más general de las izquierdas indefinidas. Se trata en todos los casos de posturas sectarias de quienes se sienten fundadores puros e inmaculados (profesores e investigadores universitarios, activistas molestos todo el tiempo), o que creen que sólo desde la ética, la bondad franciscana, o el intercambio de libros y poemas, se puede hacer una política que sea verdaderamente “de izquierda”, llegando al grado de la ridiculez más escandalosa de plantear que el mundo se puede cambiar sin tomar el poder.

El término es insoportable, ya digo, y quienes se consideran parte de esa secta suelen ser los más peligrosos: tontos útiles y solemnes que yo no sé muy bien para quién trabajan.

POR ISMAEL CARVALLO
ASESOR EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
@ISMAELCARVALLO

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