COLUMNA INVITADA

Cedo mi lugar en la Vacuna

Es mejor que se salve de adquirir ese engendro mortal, una joven humilde encargada de salvar a tres infantes

OPINIÓN

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Ramón Ojeda Mestre/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No, no voy a decir como María Félix ante el Papa Juan XXIII, que tengo el derecho divino, según contaba el viejo chiste pueblerino y pubertario.

Pero AMLO y Alcocer, tanto como Hugo López Gatell o quién sea la o el “competente”, deben entender, que como ya estoy en edad de merecer… la credencial del INAPAM, o como se le llame en este sexenio sui generis, tengo todos los derechos humanos constitucionales de este maravilloso y amado país nuestro, para que este humilde cancionero,(de Álvaro Carrillo alias el inmortal), pueda recibir su turno en la línea de la vacunación masiva y selectiva. En este 2021 vacunaos los unos a las otras.

Por edad, pues cosa es de los tiempos y no de España. Dado que tengo más de sin cuenta años y que las iluminadas decisiones de los que saben, urbi et orbi, expresan, que primero los de la línea médica y luego los senectos, como este tecleador de ustedes, debemos recibir el piquete inmunizantorioantes de que lleguen los idus de Marzo, y por consecuencia, tenemos la aptitud jurídica de que dicha inyección sea proporcionada por el estado sin costo alguno para el individuo, aunque sí, desde luego, para todo el pueblo de México.

Por lo tanto, si tengo derecho personalísimo a mi lugar de prelación en la línea de los vulnerables y derecho a que una experimentada y dulce enfermera me la aplique, tengo derecho a ceder mi sitio y mi medicamento preventivo y su aplicación.

He acudido al experimentado e invencible abogado Sigifredo Álvarez Castro para que me asesore y tenga listos todos los documentos nacionales para hacer valer mis garantías legales a fin de que, mi lugar privilegiado en “la cola” de los vacunados o vacunables, sea ocupada por una madre soltera con tres niños menores que sea seleccionada aleatoriamente, por cualquier maestra de la UABCS en alguna colonia popular de Cabo San Lucas en BCS.

Creo que es mejor que se salve de adquirir ese engendro mortal, una joven humilde encargada de salvar a tres infantes, a que me salve yo que ya viví tanto y tan intensamente.

¿Por qué de por allá de Los Cabos y no en Zongolica o en Nezahualcóyotl o en Ocozocuautla, o cualquier otro sitio depauperado? Pues porque allá en ese Municipio la gente humilde ha sufrido a una pandilla edilicia insaciable, aviesa, nepotista, corrupta y dispendiosa, caciquil y ostentosa, insensible y cruel y quiénes más han padecido esa sequía ética y rapaz, han sido precisamente los niños humildes y las madres solteras. Se lo dije personalmente y en voz muy alta a AMLO allá ante decenas de testigos, lo mismo académicos que empresariales. Todavía hace unos meses, esas madres se pasaban, dos noches tiradas en las frías banquetas para apartar un mísero lugar en las escuelas públicas para sus hijos y eso aún me parte el alma y me llena de rabia.

Sí, todos los pobres sufren ahora más que nunca, pero aún entre esa franja de cientos de miles de marginados en esas zonas de glamour turístico, nadie padece más la falta de alimentos, de agua, de medicinas o de respeto que las jóvenes madres solteras, que son la mayoría, en las colonias más pobladas de las cerriles laderas arenosas. Sin drenaje, sin pavimento, sin luminarias, llenas de moscas y de perros, sin seguridad pública, con violencias sin fin, despreciadas por malvestidas, diabéticas, hipertensas, raquíticas o con sobrepeso. No tienen cara de Botox, sino de votos, para los vividores electoreros.

No ando buscando la muerte, pero no le temo, me da miedo solo no ver que lleguen más rápido los cambios justicieros necesarios y prometidos.

Por eso, si mi vacuna sirve para salvar siquiera a una humilde mujer madre sola con tres chamacos, desnutridos, me sentiré muy agradecido con AMLO, con Alcocer y con Gatell el inefable. Pero si me lo niegan, cuento con que mis amigos Rosario Piedra de la CNDH o Arturo Saldívar Lelo de Larrea de la SCJN y mis contlapaches de las telarañas sociales y de los medios, al igual que mis compañeros de lucha de todos los partidos y cofradías, convenzan a quienes sean necesarios para que el mes que viene salvemos a una mujer y asus niños que vivirán muchos años y harán que este país sea mejor.

Yo seguiré encerrado a piedra y lodo, cuesta abajo en mi rodada, sin contaminar ni dejar que me contagien. Me encuentro en magníficas condiciones de salud y creo que va a ser difícil que el virus con nombre de cerveza me acerque al Mictlantecuhtli, como diría mi maestro de Náhuatl en Tlamazacapa, vía zoom desde luego, pues ahora ya hasta lo que usted se imagina lo hacemos por internet. Algo es algo. ¿Cuento con usted?

 

POR RAMÓN OJEDA MESTRE
ROJEDAMESTRE@YAHOO.COM