El 2020 fue un año horrible tanto por la pandemia, el colapso económico, las tensiones raciales como por los impactos climáticos severos, desde las mortales olas de calor que alcanzaron cifras récord en Phoenix y en Siberia, los incendios apocalípticos, especialmente en California, así como los huracanes devastadores en el Atlántico que marcaron una de las peores temporadas en la historia.
Al mismo tiempo, el 2020 será recordado por dos tendencias positivas. Por un lado, el surgimiento de un consenso entre las economías más poderosas sobre cómo la descarbonización ya no representa un costo económico, sino una oportunidad ganar-ganar.
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Al incentivar inversiones en tecnologías limpias y evitar los enormes costos que implica el aumento de la temperatura planetaria, los países de la Unión Europea, por ejemplo, hicieron del Pacto Verde el centro de su recuperación económica. Ocho de las diez economías más grandes del mundo, incluida China, asumieron compromisos para alcanzar emisiones netas cero en unas décadas.
La lucha contra el cambio climático, como fuente de inversión y generación de empleos, también fue tema central de la campaña electoral del presidente electo Joe Biden.
Aunque quizá Estados Unidos necesite más de cuatro años para revertir el legado de Donald Trump de desmantelamiento de las regulaciones ambientales o para acelerar la transición energética, es evidente que la agenda climática llegó para quedarse. Hoy, es una prioridad para una gran mayoría de jóvenes que votaron en las reñidas elecciones del pasado noviembre y a quienes les queda claro el vínculo inexorable existente entre medio ambiente y salud.
Otra tendencia positiva en 2020 fue un cambio en los mercados que señala el principio del fin de una era dominada por el petróleo. El evento más emblemático de esta tendencia fue la salida de Exxon Mobil, una de las empresas más valiosas hasta el 2011, del índice Dow Jones. Esto como resultado de una caída estrepitosa de su valor a 142 mil millones de dólares, comparado con 525 mil millones de dólares en 2007. Simultáneamente, NextEra Energy Inc, la empresa más grande de generación de energía eólica en el mundo, rebasó no sólo a Exxon Mobil sino también a Chevron como la empresa energética con mayor valor a nivel global.
Los compromisos de reducción de emisiones de carbono de las otras grandes petroleras, como BP, Total, Shell, han resultado en gran parte de las presiones de inversionistas que perciben a otros sectores, como el digital, como más rentables y menos riesgosos que el de los combustibles fósiles. También son consecuencia de la madurez tecnológica de las energías renovables y de la reducción en la demanda por energías fósiles que será difícil revertir, incluso con la recuperación económica.
En 2021 se consolidarán estas tendencias positivas, poniendo en evidencia los costos que enfrentarán países como México que han insistido en apostar a las energías fósiles. Sin duda, un asunto al que deberán prestar atención los jóvenes en las elecciones del 6 de junio.
POR ISABEL STUDER
*DIRECTORA DE SOSTENIBILIDAD GLOBAL