MIRANDO A OTRO LADO

¡Milagro!

Dos Presidentes de países  distintos, aunque vecinos, destacaron y enfatizaron el carácter “milagroso” de la vacuna y destacaron su fe en el porvenir de sus respectivas naciones

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando a otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En su salutación de Navidad al pueblo estadounidense, el Presidente Trump señaló como idea central que la aparición de la vacuna contra COVID 19 ha sido “un milagro”. Dijo “Es un auténtico milagro de Navidad” y celebró el inicio de la distribución de las vacunas.

Por su parte, el Presidente Andrés Manuel López Obrador saludó, de igual manera, al pueblo mexicano en la misma fecha con un mensaje navideño, donde también destacó el carácter milagroso de la “aparición” de la vacuna. En su comentario, el Presidente calificó como un milagro el desarrollo de la vacuna contra el Covid 19 en menos de un año y dijo que su arribo a México es un acontecimiento para tener “fe” en el porvenir.

Dos Presidentes de países  distintos, aunque vecinos, destacaron y enfatizaron el carácter “milagroso” de la vacuna y destacaron su fe en el porvenir de sus respectivas naciones.

¿Qué tienen en común esos dos Presidentes, que ambos aprovecharon la celebración de Navidad para destacar “milagros” y ánimos para el futuro? Por lo pronto, lo que no tienen en común es su futuro inmediato. Trump acaba de perder la reelección y se va de la Casa Blanca el 20 de enero, aunque sobre el cómo se dará su salida existe bastante incertidumbre.

AMLO, en cambio, acaba de cumplir apenas un tercio de su gestión y enfrenta sus primeras elecciones intermedias en junio del próximo año. Por lo tanto, lo que viene es la primera evaluación política y social de su presidencia. Faltan dos tercios para que termine su gestión, sin opción a la reelección.

Lo que sí tienen en común es su método de gobierno. En tanto que ambos gobiernan desde su emotividad más primitiva, evocando y gestionando sentimientos de envidia, odio, resentimiento, avaricia, creencias en actos sobrenaturales junto con complejos de inferioridad, mezclados con una atracción intuitiva a objetos de manipulación o adoración, como ‘los pobres’ o símbolos religiosos (la virgen Morena de Guadalupe).

Todo esto aunado a discursos de gran emotividad para llegar a los núcleos más neuróticos de una población desesperanzada, como lo hizo en su tiempo y con gran eficacia Adolf Hitler. Ambos gobernantes desdeñan las instituciones que les ofrecieron la posibilidad de llegar al poder e incluso estiman que sus colaboradores son seres inferiores que no han entendido la magnitud e importancia de su “Misión”.

En el centro de la gestión política de sus gobiernos anida la idea de que solo ellos pueden gobernar correctamente, ellos que tienen una Misión que cumplir ante la historia.  López Obrador ansia por ver su rostro en los libros de texto junto a los de Juárez, Madero, Cárdenas. Incluso, sugirió su parecido con JesucristoTrump propuso que su rostro fuera grabado en la montaña Rushmore, junto a los de Washington, Jefferson, Lincoln y Roosevelt. 

Estas expresiones de megalomanía surgen, además, porque ambos gobernantes habitan mundos de realidades alternas. Les desespera que no todos vean su genialidad y se dedican a criticarlos porque son administradores de Estado mediocres, si no francamente fallidos. 

En su lógica, cuestionar a sus cualidades “brillantes” como gobernantes, como se consideran a sí mismos, es estar del lado equivocado de la historia. Y estar de ese lado equivocado significa estar a un paso de cometer traición a la Patria. Ambos gobernantes han lanzado acusaciones a sus opositores de ser traidores, apátridas, golpistas.

Ambos están fascinados con su uso de la Palabra. Ese descubrimiento ha sido, en el caso de ambos, similar al despertar sexual del adolescente. Es el descubrimiento de un poder de atracción que nunca habían sentido antes y, por tanto, nunca habían ejercido. Y cuando se ejerce por primera vez, uno sabe que nunca lo abandonará. Es demasiado adictivo. Su voz, su poder, su control sobre los otros. Es más excitante que el sexo mismo.

Se escuchó así al Presidente López Obrador cuando pidió a los capitalinos no salir a menos de que fuera necesario. Al día siguiente reportó, en la mañanera, que la gente “le había obedecido”. ¡Estaba fascinado con el poder de su palabra, excitado como adolescente!

Trump se regodea cuando ve a amplios sectores del Partido Republicano responder a su llamado a donar dinero para “sostener la lucha contra el fraude electoral”. Ha recaudado cientos de millones de dólares para un fondo que él seguramente usará para pagar sus deudas personales. Se fascina con su poder de convocatoria, tanto como para sugerir que podría postularse a la Presidencia de nueva cuenta en 2024.

Al mismo tiempo, ambos gobernantes detestan a la pandemia de COVID 19, principalmente porque les quita protagonismo y presencia personal por encima de todas las cosas. Es por ello que no han sabido, ni querido, administrar la pandemia científicamente.

Envidian el protagonismo superior de la pandemia y, por tanto, la han ninguneado. Ambos pensaron en un inicio que simplemente iba a desaparecer. Ahora que es un desastre en ambos países, tratan de ignorarlo lo más posible. Esa envidia a COVID 19 ha sido la explicación central de la caída de Trump.

Y podría ser el origen de una derrota de Morena en las próximas elecciones en México. La estrategia de Morena para ganar en junio será, según lo explica el mismísimo Presidente, acusar a la oposición de querer quitar los programas sociales (para asustar a los recipientes instándolos a que voten por su partido-genial y novedosa estrategia).

En cambio, la oposición se enfocará al pésimo gobierno que provoca las muertes interminables de la pandemia, la crisis económica que mata de hambre al pueblo y la violencia del crimen organizado que mata a más personas en dos años de este gobierno que en los 6 años de Calderón.

Tal es la frustración, envidia e irritación que les causa la pandemia de COVID 19, que ambos gobernantes colocan a la vacuna en un pedestal del mundo fantasioso de “lo milagroso”. Según la nueva versión de López Obrador, la aparición de la vacuna es segunda solamente después de la aparición de la Virgen de Guadalupe y el milagro del niño Juan Diego.

O ¿será que la Virgen y la Vacuna son parte de una misma estrategia electoral y nos lo anuncia un Presidente que cree poseer poderes supra naturales? ¿Servirá para ganar la elección milagrosamente?

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
@RPASCOEP