Apenas vamos en miércoles y la presidenta Claudia Sheinbaum ya se anotó una semana redonda. Se ve cómoda, de buenas. Lo suyo es sortear obstáculos y lo ha hecho bien. Sin sobresaltos. Muy a su estilo, con temple, sutileza, sin confrontación. Le va poniendo su sello a su gobierno y queda claro cómo toma decisiones y las ejecuta.
Entre el pasado sábado y ayer, Sheinbaum se anotó varios triunfos. Detuvo la amenaza que se había vuelto realidad, de los aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas, de Donald Trump; fue cobijada por empresarios, que apuestan por su Plan; reconocida por su propio gabinete que, en voz de Marcelo Ebrard pidió un aplauso y la reconoció como “mujer de Estado”; y respaldada por una abrumadora mayoría de la opinión pública.
Ayer El Heraldo de México publicó una ilustrativa encuesta de QM Estudios de Opinión: 86% de los mexicanos apoya la postura de la presidenta frente a Trump. También ayer, El Financiero publicó otra medición, que coloca la calificación de Sheinbaum por las nubes: 81% aprueba a la presidenta en el cuarto mes de su gobierno. Redondo. Ni AMLO en sus mejores días.
Sheinbaum avanza sin confrontación, pero en un constante contraste de forma y fondo con el sexenio pasado: hay espacio para tender puentes; no se ataca sino que se dialoga; no se divide, se invita a participar a distintos sectores; no se insulta ni se confronta desde la mañanera, más bien se traza la ruta de gobierno; se suma, porque se comprende que todos son necesarios; se persigue a los criminales, enterrando la fallida estrategia de “abrazos, no balazos”… la lista es larga.
Sin ruptura, pero con firmeza. Con estrategia. “Cabeza fría”, ha dicho más de una vez la presidenta. Lo pone en práctica en distintos frentes. “Cabeza fría”, para negociar con Trump, “cabeza fría” para darle gobernabilidad a un país que viene saliendo del sexenio más sangriento en su historia, el de los más de 200 mil asesinatos.
Por supuesto hay un cúmulo de pendientes y varios focos rojos encendidos. La amenaza de los aranceles es latente, las crisis de inseguridad en Sinaloa y Tabasco no dejan de escalar, el experimento electoral judicial está en curso, hay grillas internas en Morena… pero también parece existir mando y liderazgo.
El sexenio aún es joven, pero ya permite vislumbrar un estilo, y dilucidar las prioridades.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
@MLOPEZSANMARTIN
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