La crisis sanitaria que se vivió y se vive en todo el mundo nos obligó, a consumidores y empresas, a incorporar la tecnología en actividades y procesos cotidianos, para muchos fue un tipo de viacrucis, para otros, la oportunidad de tomar ventaja.
Desde inicios del Siglo XXI, la tecnología comenzó a democratizarse aún más, cada vez fue más frecuente encontrarla en nuestra vida diaria, en algunos tramos de nuestra actividad y, en las empresas, en algunos procesos. Sin duda, hubo un gran avance en los últimos años, pero, a pesar de esta democratización, nos dimos cuenta de que tan solo una pequeña parte de nuestras actividades estaban verdaderamente sustentadas en la tecnología.
Para muchas empresas la pandemia fue una línea crítica de decisión, virtualizo mi actividad o me salgo del mercado. Y de igual forma fue para consumidores, quienes tampoco entendían (o aúno lo veían) cómo la tecnología podía facilitar las transacciones.
Muchas empresas se dieron cuenta de que la tecnología solo era ocupada en los tramos finales de las transacciones económicas, como aceptar medios electrónicos de pago, emitir facturas y relacionar pedidos. Sin embargo, ante un cierre físico total, se dieron cuenta de que sus procesos no tenían un origen 100% virtual, todo lo contrario, era físico.
Así, de pronto el manejo de inventarios se dificultó, la conexión con plataformas de venta fue imposible, la atención a clientes por medios completamente desmaterializados fue torpe. En algunos otros procesos internos como firma de documentos, reuniones, cotejo de pagos, etcétera, también hubo serios problemas y se tuvieron que llevar a cabo varios cambios.
Ahora que se entendió de fondo el papel de la tecnología en nuestras vidas, no solo para ahorrarnos esfuerzo, sino para ampliar nuestro alcance, como empresa, como organización, como personas. Aquí está la verdadera lección: aprovechar la tecnología como una verdadera herramienta, una que maximiza nuestros alcances.
El inicio de esta transformación está en la capacidad de digitalizar nuestros procesos desde el origen, es decir, que todo lo que esté atrás de nuestro producto o servicio se encuentre digitalizado, para después integrarlo a procesos más complejos y automatizar casi el 100% de nuestra actividad. No solo por si otra contingencia se presenta, sino porque eleva nuestra productividad, disminuye costos a largo plazo y aprovecha aún más el talento de las personas.
Otra ventaja fue que esta ola de digitalización también tuvo lugar en la vida de los consumidores, ahora se encuentran más familiarizados y alfabetizados con llevar a cabo transacciones y actividades virtuales. Como empresa, no desaprovechemos este impulso positivo y abordemos el tren de la digitalización.
¡Contacta al equipo de Revolución 5.0 al correo contact@disruptivelabs.mx o nuestras redes @DisruptiveLabs, con gusto te leemos!
Colaboración elaborada por el equipo de redacción de Disruptive Labs.
POR DISRUPTIVE LABS