CEPAL

México, Latinoamérica y el poder suave ante la crisis de la pandemia

Joseph Nye definió el poder suave como el medio para lograr los objetivos de política exterior a través de la persuasión, seducción y convencimiento

OPINIÓN

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Maximiliano Reyes Zúñiga / Opinión El Heraldo de México

“El poder suave es como una caracola de mar que, por un lado, te deja escuchar el interior de sí misma y, por el otro, te permite emitir un sonido potente y firme hacia el exterior”

-Carlos Fuentes, citado por César Villanueva (2009)

 

Desde su nacimiento como nación independiente, México optó por una vocación latinoamericanista y caribeña en la que ha tenido un papel clave su “poder suave”, entendido en términos de proyección cultural, diplomática, integracionista y, sobre todo, pacifista. Otros países de la región también siguieron este camino, aunque las vicisitudes internas y externas que nuestras naciones han enfrentado en los últimos 200 años han obstaculizado los ideales de unidad e integración. 

Joseph Nye definió el poder suave como el medio para lograr los objetivos de política exterior a través de la persuasión, seducción y convencimiento, y no por medio de amenazas, coerción o sanciones. Este tipo de poder, aplicado y ejercido por países pequeños y medianos, permite nivelar relativamente la arena internacional a su favor, e incluso incidir sobre los grandes temas globales y en relaciones asimétricas con poderes mayores.

La crisis actual, la peor desde 1929, afecta gravemente a América Latina y el Caribe. La CEPAL estima que la pobreza alcanzará el año próximo un 37% de la población, mientras que el PNUD señala que incluso antes de la pandemia la región ya mostraba problemas de fondo, reflejados en diferentes protestas sociales que estallaron en 2019. Algunas voces advierten ya del riesgo de sufrir otra “década pérdida”. Los proyectos regionalistas y globalistas van en retroceso, ante una fuerte inercia nacionalista y aislacionista. 

No obstante, México y la región cuentan con recursos para afrontar la crisis, entre los que se encuentra precisamente el poder suave, el atractivo que generan la rica historia cultural, los recursos naturales, turísticos, y la imagen internacional de nuestros países como promotores de consensos, de la paz y del diálogo para la resolución de conflictos.

La vocación regionalista y multilateralista de México, su reputación y liderazgo nos coloca en un lugar privilegiado. En el pasado México ha sido clave para concretar iniciativas como el establecimiento de la primera zona libre de armas nucleares y sus vectores en el mundo, para desarrollar tradiciones notables como los derechos de asilo y el de refugio y mecanismos diplomáticos para lograr la pacificación centroamericana a través del Grupo de Contadora y su extensión en el Grupo de Río. 

El gobierno del presidente López Obrador ha promovido acciones conjuntas en diversas áreas. Hoy miramos hacia el Sur y hemos recibido el respaldo de socios y vecinos para grandes tareas como enfrentar la crisis migratoria de Centroamérica, con esquemas como el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica (PDI). Esta labor continuará el año próximo, cuando México ocupe la Presidencia Pro Tempore (PPT) de la Conferencia Regional sobre Migración (CRM). 

En una escala más amplia, gracias al trabajo realizado en la PPT de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en 2020, refrendada para 2021, se han logrado cristalizar diversos esquemas de cooperación, destacando la coordinación con Argentina para producir la vacuna contra el COVID-19 y distribuirla conjuntamente sin fines de lucro. 

Esta trayectoria de liderazgo se ve coronada con la elección para ocupar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad en los dos próximos años post-pandemia, 2021 y 2022. Más que nunca cobra relevancia la representación regional de ese asiento en el máximo órgano de Seguridad Internacional, compartido esta vez con países caribeños. 

México y la región aún tienen grandes retos para superar esta crisis, pero con unidad podrán vencerlos. Más allá de la crisis, América Latina y el Caribe deben desarrollar su poder suave para fortalecerse y ocupar un lugar preponderante dentro del balance de poder internacional que está en plena reconfiguración

POR MAXIMILIANO REYES ZÚÑIGA
SUBSECRETARIO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE DE LA SRE
 

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