FRENA

FRENA, antítesis y espejo

Vale la pena el análisis objetivo de lo que sí es y no es el Frente Nacional Ciudadano, la naturaleza de su existencia y a qué elementos

OPINIÓN

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Créditos: Especial

En su última publicación en su sitio web, el Frente Nacional Ciudadano (FRENA) se desmarca de cualquier corriente política de izquierda o derecha, al tiempo que mencionan que “los resultados en Seguridad, Empleo, Crecimiento, Finanzas Públicas Sanas, Corrupción, Salud, Educación no tienen color, ni ideología”.

El Gobierno Federal ha dispuesto de todos los recursos a su alcance para desacreditar y deslegitimar este movimiento. Si bien es cierto que así es como actúan muchos gobiernos hacia cualquier expresión social de protesta, vale la pena el análisis objetivo de lo que sí es y no es FRENA, la naturaleza de su existencia y a qué elementos, tanto históricos como sociales obedece.

Primero que nada, hay que tener claro que FRENA no tiene su (verdadero) origen en la llegada de Andrés Manuel López Obrador al Poder, aunque a él le guste creerlo. Se trata más bien de la otra vertiente de un mismo proceso histórico: el del fracaso de los partidos políticos, incluido ahora Morena; su alejamiento de la sociedad y la falta de respuestas a sus demandas.

La 4T en su momento se fundó en el hartazgo de las clases populares, el Frente Nacional lo hace en el de la clase media. Es el mismo radicalismo pero en dos expresiones distintas. Hoy coexisten, se exacerban mutuamente y se polarizan.

Mientras el gobierno impone de manera antidemocrática políticas insostenibles, el Frente Nacional de la misma manera antidemocrática exige la renuncia del Presidente. Se acusan mutuamente de cosas inverosímiles; Gilberto Lozano, líder de FRENA, acusa al presidente de “comunista”, cuando la realidad es que AMLO no tiene ideología más allá que la del ejercicio de su poder.

Algunas de sus decisiones obedecen a un frío neoliberalismo, el cual obsesionado por no contraer deuda, aplica recortes presupuestales sin fundamento técnico (ya no digamos lógico), aunque en ello pierda a la sociedad. Hoy 109 fideicomisos están a punto de desaparecer. Gobiernos estatales y municipales se quedan sin oxígeno para sostener sus gastos más básicos. Pero el presidente dice que lo aplaudible es que no nos estamos endeudando.

Confiado en un capital democrático que sigue malgastando, cataloga a FRENA y a sus líderes como hipócritas conservadores, “prianistas” que perdieron privilegios. Se equivoca.

 A medida que él y Morena, el partido que fundó, se aíslan de la sociedad, al Frente Nacional se le une el reclamo de aquel profesionista desempleado que nunca recibió un apoyo en lo que va de la pandemia, aquella enfermera a la que nunca llegaron los insumos necesarios para atender a los niños con cáncer, el empresario que terminó en bancarrota porque no tuvo forma de afrontar siete meses de pésimo manejo sanitario por parte de las autoridades. Y qué decir de los familiares de las víctimas de la violencia que sigue creciendo en el país. Su hartazgo es legítimo, lo legitima el gobierno todos los días.

FRENA no es una creación que mira al futuro, sino una reacción de frustración  por el pasado y el presente. Una masa sin forma ni discurso, pero igual de radical. Antítesis y espejo a la vez.

El mismo caldo de cultivo en el que creció el caudillo autoritario que hoy nos gobierna, es en el que se podría enquistar, y revivir, un movimiento de ultraderecha que provocó al igual que el comunismo, tantas desgracias en el siglo XX.

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ
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