Durante cinco meses, Alberto luchó contra el COVID-19 y sus secuelas. Aún se recupera de la inflamación en cuerpo y pulmones, aunque ya realiza algunos ejercicios.
Por 90 días tuvo respiración artificial, y en el aislamiento, la estima y el tema psicológico, dijo, también son un factor contra el que hay que luchar.
Relató a El Heraldo de México que, en los momentos críticos de la enfermedad, la mente comienza a jugar con la estabilidad emocional.
“Tienes pensamientos muy locos. Yo, por ejemplo, empecé a desconfiar de mis enfermeras, sentía que me decían mentiras con respecto al oxígeno. Había un chavo, que por cierto murió, que decía que le estaban poniendo el COVID, las enfermeras”, reveló.
Primeros síntomas
Recordó que, a pesar de que tomaba todas las medidas de precaución, un día comenzó con los síntomas, y el 16 de julio, lo confirmaron como positivo.
Tres días después empezó con fiebre arriba de 38 grados, y aunque lo asesoró un médico del gobierno capitalino, tras siete días de sufrir los síntomas, acudió a un hospital privado, donde lo retuvieron.
En el hospital, estuvo ocho días con oxígeno y medicamentos, totalmente aislado, sin ver a su esposa ni a su hija.
Ahora, ya casi recuperado, empezó ha hacer ejercicios cardiovasculares.
Por Almaquio García