VIDA EN PAREJA

Los tipos de apego en las relaciones de pareja; ¿con cuál te identificas?

Uno de los ámbitos en los que más se expresan nuestros miedos, inseguridades, mecanismos de defensa y hasta traumas de la infancia, es la de pareja

ESTILO DE VIDA

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Desde niños aprendemos a vincularnos con los otros, a veces desde el miedo, otras desde la independencia y la confianza. Foto: iStock Créditos: Foto: iStock

Una de las relaciones donde más aflora nuestra personalidad, miedos, inseguridades, mecanismos de defensa y hasta traumas de la infancia, es la de pareja. Es en esta donde se evidenciará claramente, la manera en la que aprendimos a expresar y gestionar nuestras emociones, así como el modo de vincularnos con los otros.

Ainsworth propuso varios tipos de apego: seguro e inseguro, ansioso ambivalente, evitativo e inseguro desorganizado. A continuación te explicamos las formas en que cada uno de estos podría manifestarse en las relaciones de pareja.

Apego seguro

Se genera a partir de que una niña o niño se siente protegido, aceptado y atendido principalmente por su cuidadores primarios, papel que por lo general es asumido por la madre y padre del menor. Así, aquellos padres que muestran una mayor disponibilidad y proximidad a las necesidades de sus hijos durante la infancia, favorecen el desarrollo de una mejor autoestima. Regularmente, aquellos infantes que experimentaron este tipo de apego, lloraron poco en el hogar y su madre fue un sostén clave para darse a la tarea de explorar su ambiente. Al haberse establecido una mejor comunicación en su entorno familiar y con lazos más sanos, durante la edad adulta tenderán a relacionarse de forma más independiente y buscarán crear un ambiente de seguridad y confianza con su pareja, tienden a tener relaciones más estables, son más seguros y proactivos, y no tienen miedo al abandono

Apego ansioso-ambivalente 

Regularmente lo desarrollan aquellos niños que crecieron en ambientes ambivalentes, en donde, por momentos, podían sentirse muy amados y en otros rechazados u olvidados. Estas situaciones podían provocarles rabia o una gran necesidad de contacto, así como la sensación de inseguridad, ya que no había certeza de la disponibilidad de los padres ante sus llamados. Al llegar a la adultez suelen ser personas inseguras, ansiosas, temen al rechazo, y no logran confiar plenamente en los demás. Pueden generar dependencia ante comportamientos de ambigüedad, es decir, de amor-odio, por lo que pueden engancharse emocionalmente en esos vaivenes. También pueden experimentar una gran ansiedad ante los conflictos en pareja, por lo que que tratarán de evitarlos incluso a costa de sus propias necesidades e intereses. 

Apego evitativo

Lo desarrollan principalmente aquellos niños cuyas madres y padres pudieron mostrarse relativamente inaccesibles o rechazantes a brindarles atención cuando lo necesitaban. Esto generó en ellos cierto grado de inseguridad por lo que pudieron haber llorado de manera intensa en casa o en los lugares donde se percibían en abandono. Esto hizo que crecieran con actitudes defensivas, es decir, que al no sentirse atendidos ni protegidos por sus padres, desarrollaron comportamientos para evadir el dolor o la angustia, aprendieron a negar y a mostrar abiertamente sus emociones.

Durante la edad adulta, son personas que tienden a mostrarse distantes o inexpresivos por temor a ser lastimados, y ante la menor señal de que algo puede dañarlos, suelen huir, por lo que no tienen relaciones estables o duraderas. Les cuesta generar vínculos de confianza y seguridad.

Apego desorganizado

Se genera en aquellos niños que muestran mayor grado de inseguridad ante la ausencia de los padres, sus comportamientos tienden a ser confusos e incluso contradictorios, por ejemplo, pueden ignorar a la madre o padre cuando son sostenidos en brazos o están próximos a ellos; pueden ser inexpresivos y romper en llanto repentinamente. Pasan de un estado de tranquilidad a un comportamiento acartonado y rígido. Debido al ambiente negligente en el que crecieron, no logran desarrollar la confianza suficiente en sus padres y, por ende, en otras personas. Pueden mostrar conductas destructivas, impulsivas o explosivas hacia los juguetes u otros niños porque no aprendieron a gestionar sus emociones. 

Durante la etapa adulta, con frecuencia, sienten frustración por lo que tienen en su vida, y pueden ser iracundos, explosivos en sus relaciones de pareja como un mecanismo de defensa. Aunque internamente deseen la atención y amor de los otros, se mostrarán ante el mundo como si no lo necesitaran e inaccesibles emocionalmente.

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