Pese a que para el público de Yo soy Betty la fea todo lo relacionado con la telenovela han sido risas, llanto, indignación y, sobre todo, entretenimiento, para Jorge Enrique Abello encarnar a Armando Mendoza también significó retos a los que él mismo llamó un infierno en vida.
Si bien siempre se ha caracterizado por ser un profesional y expresar lo que sienten sus personajes sin mayor complicación, el actor aseguró que los llamados en los que era convocado para hacer las escenas relacionadas a las juntas de Ecomoda eran las más difíciles para él y para su costear Ana María Orozco, quien hacía el papel de Beatriz Pinzón Solano.
Para darle contexto a su testimonio, el intérprete dio a conocer que Fernando Gaitán, guionista de la telenovela, quería darle al drama la mayor cantidad de realidad posible para que se sintiera como una historia que podría ocurrir en la realidad.
Por tal motivo, el escritor solía utilizar términos financieros que son ocupados en el gremio y que fácilmente podrían ser usados en una reunión de negocios como las que llevaron a cabo los Valencia y los Mendoza a lo largo de la serie que en Netflix tiene 335 capítulos.
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El infierno de Armando Mendoza
Si bien cuando Jorge Enrique comenzó con este proyecto tenía 31 años de edad y ya había estudiado actuación, dirección, comunicación y artes, no tenía idea de lo que eran las finanzas.
Al igual que Patricia Fernández, quien había estudiado seis semestres en la San Marino, el actor no tenía mucha idea de las cosas que le tocaban decir, lo cual se complicaba cuando tenía que sonar como un experto.
Esto, agregó, se volvía todavía más difícil debido a que tenía que aplicar una técnica de actuación en la que debía sentir la convicción de Armando Mendoza para expresarla en palabras que no entendía.
Por si fuera poco, en estas juntas solían incluir a María Beatriz Valencia, la cuñada de don Armando en la serie, para que rompiera el ritmo de la situación.
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Cuando todos estaban discutiendo sobre inversiones, presupuestos y riesgo de capital, el personaje interpretado por Pilar Uribe hablaba de cirugías, de viajes y de cómo gastaba su fortuna en tonterías.
Esto, narra Abello, hacía que se distrajera y no pudiera continuar con su papel de manera óptima y tuviera que volver a repetir sus diálogos.
Si a esto se suma que los libretos solían entregárselos una noche antes de grabar o incluso a veces unos minutos antes de realizar sus escenas, se demuestra que además de talentoso, Jorge Enrique Abello debe ser considerado un mártir y prodigio de la profesión.
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