Artes

El ilustrador francés Benjamin Lacombe muestra el mundo de las mujeres samurái

El ilustrador francés Benjamin Lacombe se adentra en las historias de valor de las guerreras japonesas que fueron voluntariamente sacadas de la historia

El ilustrador francés Benjamin Lacombe muestra el mundo de las mujeres samurái
El ilustrador francés Benjamin Lacombe se adentra en las historias de valor de las guerreras japonesas Foto: Especial

Cuando Benjamin Lacombe (París, 1982) era niño, la televisión francesa comenzó a llenarse de personajes que venían de tierras lejanas: “Llegaron los primeros manga, los primeros animes japoneses, Dragon Ball Z, y estaba Miyazaki, Otomo, todo eso fue parte de mi cultura cuando estaba creciendo, era lo que veía. El folclor japonés me acompañó cuando era niño y se convirtió en mi folclor”.

Intrigado por el origen de esas historias, el célebre ilustrador llegó al orientalista británico Lafcadio Hearn y encontró que detrás de sus primeros héroes había otros personajes de carne y hueso: valerosos samuráis que inspiraron sus primeras historias. Más tarde hizo un descubrimiento más: la historia mantuvo escondida la versión femenina de esos valientes guerreros.

"La historia de las mujeres combatientes no está para nada en la cultura japonesa, la imagen que nos presenta de las mujeres son de dulzura, de delicadeza, de poesía, de gentileza, no una imagen de mujeres que combaten, a las que les gustan las armas y que se emancipan de los hombres", dice en entrevista.

Si otros personajes femeninos como Carmen, Madamme Buterfly o Frida Kahlo han inspirado a Lacombe, fue casi lógico que esas combatientes también lo hicieran. Nuevamente de la mano de su compatriota Sébastien Perez, el parisino entrega ahora Historias de mujeres samuráis (Edelvives, 2024) en el que rescata a esas heroínas que  desafiaron el patriarcado.

"Hicimos un gran trabajo de investigación para buscar los rastros de estas mujeres, porque fueron mujeres olvidadas, pero voluntariamente olvidadas, no formaban parte de la historia de Japón, porque fue escrita por los hombres", explica.

Tomando trozos de aquí y de allá, los autores reconstruyeron la historia de guerreras como Nakano Takeko, Tomoe Gozen o la emperatriz Jingu y fue a partir de fotografías e ilustraciones japonesas antiguas como Lacombe les otorgó rostro, alejándose de la versión sexualizada que se les otorgó:

"De hecho, son imágenes pornográficas que buscaban los hombres. Lo que me interesaba era justamente no sexualizar, sino mostrar a mujeres tomando un arma o una espada, son mujeres con armadura porque combaten, cuando las diseñe no pensé en una mujer sexy sino en una mujer auténtica que combate y que tiene un alma, que tiene un rostro, una identidad. Eso es lo que quería comunicar".

Si bien algunas de esas mujeres existieron al inicio de nuestra era, para Lacombe su vida resuena fuerte ahora:

"El derecho de las mujeres con frecuencia se olvida y está en cuestionamiento por parte de los hombres, es un combate de todos los días. Como se ve en este libro, hubo un momento en la historia de Japón en el que las mujeres tomaron las armas, pero después fueron desarmadas y relegadas a quedarse en casa. La lucha por los derechos es algo frágil". 

 

MAAZ

 

Temas