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Jorge Luis Borges y la trágica historia de su ceguera

El escritor calificaba como un “lento crepúsculo” a la pérdida de su visión, que inició desde su infancia y se consumó hasta que cumplió 56 años, cuando lo nombraron director de la Biblioteca Nacional de Argentina

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Vivió con la ceguera durante 29 años, hasta 14 de junio de 1986 cuando falleció en Ginebra, Suiza, a los 86 añosCréditos: Wikimedia Commons

En ocasiones el destino es curioso y, con sus giros, posiblemente cruel. Un hombre que abrazó a la literatura y se cobijó con las letras, cuando alcanzó la la dicha de tener una infinidad de libros a su disposición, perdió totalmente la vista.

Eso le pasó al escritor argentino Jorge Luis Borges en 1955, cuando fue nombrado director de la Biblioteca Nacional y ya había perdido la posibilidad de leer por sí mismo. Sin embargo, en varias ocasiones aseguró que no era algo “tan terrible”.

“Cuando fui director de la biblioteca apenas podía descifrar los lomos y las carátulas. Luego mis amigos se quedaron sin cara, los libros se quedaron sin letras y yo comprobé como dije en un ingenuo poema que no hay nadie en el espejo”, expresó en una entrevista con Editrama.

El sudamericano se refiere a “Un sábado”, uno de los tantos escritos en los que describe su ceguera. En este poema expresa su sentir de un día tranquilo en casa, en donde las percepciones se limitan al tacto.

“Estoy ante un espejo y no sé qué horrible anciano me está mirando del otro lado”, completó en el encuentro con el periodista español Joaquín Soler Serrano.

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Para evitar el anunciado destino, el argentino consultó a prestigiosos oftalmólogos (Foto: Wikimedia Commons)

La enfermedad de Borges

La ceguera de Borges no llegó por el deterioro del cuerpo por el paso de los años; tenía 56 años cuando perdió la vista. Su condición se debió a una enfermedad congénita heredada de su familia paterna. Tanto su abuela Frances Haslam y su padre Jorge Guillermo perdieron la luz en sus ojos.

Para evitar el anunciado destino, el argentino consultó a prestigiosos oftalmólogos. No obstante, ninguno consiguió la proeza de dar un diagnóstico atinado y con ello alejar a su visión de un apagón prematuro.

Sin remedio, el poeta se resignó al desenlace que le esperaba como al de sus familiares, que llegaron a su muerte sin reconocer rostros hasta el final de su vida. Aun así, tomaba este funesto camino con temple, como se refleja en una conferencia que en 1977.

“Es dramático el caso de aquellos que pierden bruscamente la vista: se trata de una fulminación, de un eclipse; pero en el caso mío, ese lento crepúsculo empezó (esa lenta pérdida de la vista) cuando empecé a ver. Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo”, relató.

Su condición se debió a una enfermedad congénita heredada de su familia paterna (Foto: Wikimedia Commons)

29 años sin luz

Aunque sus ojos nunca más volvieron a degustar las letras de los libros, su trabajo no terminó. Vivió con la ceguera durante 29 años, hasta 14 de junio de 1986 cuando falleció en Ginebra, Suiza, a los 86 años.

En esos años siguió con su carrera con adaptaciones. En vez de escribir, dictaba sus cuentos. En vez de leer, escuchaba a los demás degustar la lectura en voz alta. Ese es el período en el que Borges escribe sus dos grandes libros de cuentos: “Ficciones” y “El Aleph”, además de que sus relatos tenía impregnado el sello de su ceguera como en “El Sur”, “Poema de los dones”, “Elogio de la sombra”, “Un ciego” y en “El otro”.

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