Este viernes 12 de febrero se celebra el Día de Darwin, pues gracias a sus destacadas contribuciones sobre la evolución biológica se ganó un lugar en el mundo científico; sin embargo, una de sus investigaciones logró atormentarlo gran parte de su vida y que él mismo habría descrito como un “abominable misterio”.
Fue uno de sus viajes el que lograría marcar la pauta para despertar su curiosidad Darwin sobre la evolución de las especies. Durante su recorrido por las islas del Océano Pacífico estudió la fauna que encontraba en cada una de ellas, pero se percató que no tienen relación alguna con las ya existentes.
Charles Darwin investigó por qué los animales de la misma especie eran tan diferentes unos de los otros en todo el planeta, más tarde señaló que esta era la necesidad de las especies por adaptarse al medio donde se encontraban, dando lugar a cambios genéticos que las hacían diferente entre sí.
El misterio que sacudió a Darwin
La investigación de Darwin lo llevó directo a su famosa “Teoría de la Evolución”; sin embargo, aún había un misterio en su investigación que lo mantuvo al borde de la locura durante sus últimos años de vida, se trata de las plantas.
Darwin había logrado estudiar por qué los animales cambian a lo largo de los años y se adaptan al medio, pero no así con las plantas con flores, llamadas angiospermas, y como es que evolucionaron.
En una carta enviada a su amigo el botánico Joseph Hooker, Darwin externa su frustración al desconocer lo que podría dar solución a la evolución de la flora: “El rápido desarrollo, hasta donde podemos juzgar, de todas las plantas superiores en los últimos tiempos geológicos es un misterio abominable”.
El naturalista describió a las plantas como algo “extraordinario” que lo llevaron al límite de sus investigaciones: “Especulo sobre sino existió en algún lugar durante largas edades en un continente extremadamente aislado, quizás cerca del Polo Sur”.
Con información de la BBC
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